62. "Un mundo feliz" de Aldous Huxley
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Escrito por Miquel Barceló   
Lunes 23 de Marzo de 2009

"Un mundo feliz" (1932) de Aldous Huxley es uno de los títulos clásicos de la ciencia ficción y uno de los mejores ejemplos de como este género literario se ajusta por lo menos a algunas de sus definiciones. Para Isaac Asimov, conocido divulgador científico y escritor del género, la ciencia ficción es "la rama de la literatura que trata de la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología".

Muchos recordarán como, después de febrero de 1997, con el anuncio de la clonación de la oveja Dolly, se empezó a hablar de los problemas que pueden plantear las biotecnologías. Para muchos se abrió un nuevo debate que, en realidad, no era nuevo para los autores y lectores de ciencia ficción: desde 1932 tratan el tema en sus novelas y relatos, teniendo en cuenta multitud de opciones posibles y diversas variantes tanto tecnológicas como sociológicas y psicológicas.
 
La novela de Huxley es una de las más negativas visiones de un futuro cedido al poder de una tecnología biotecnológica no controlada. El aséptico mundo que se nos muestra, sólo soportable con drogas como el soma, es una muestra de la posible deshumanización a la que la técnica puede llevarnos si no evaluamos y controlamos las tecnologías que utilizamos. Es significativo que un "humano natural", el "salvaje" de la novela, suponga la ruptura completa en el encorsetado mundo que Huxley imaginó para el siglo VI D.F. (después de Ford)
 
En realidad, Huxley respondía con su novela a la exposición más optimista sobre futuras posibilidades de la ciencia que hiciera el biólogo J.B. S. Haldane en su libro "Daedalus; or, Science and the Future". Desgraciadamente, Huxley resulta ser sumamente pesimista e imagina que, por el poder de la tecnociencia, el futuro que nos aguarda puede ser sumamente sombrío.
 
Nada que objetar, ésa es también una de las misisiones de la ciencia ficción: convertirse en una especie de "profecía auto-preventiva" que nos advierte de los peligros que pueden hallarse en el camino del futuro, según feliz expresión del escritor estadounidense David Brin. Tal vez, dice Brin, si no llegamos a vivir en un "1984" totalitario fue por la apocalíptica advertencia de George Orwell. Quizá pueda ocurrir algo parecido con la novela de Huxley. Ojalá sus pesimistas advertencias (y las de otros escritores de ciencia ficción que han abordado el tema) nos puedan servir para que esa insulsa sociedad futura del siglo sexto despues de Ford no se haga nunca realidad.
 
Pero que nadie se engañe. Eso no se logra renunciando a la tecnología. La tecnología es algo consustancial en nosotros, desde que un primer homínido, hace decenas de miles de años, descubrió cómo hacer herramientas a partir de unas lascas de sílex. Somos tal vez, Homo sapiens, pero también somos Homo faber y es consustancial con nuestra naturaleza el fabricar artefactos (tecnología) e interesarnos por cómo funciona el universo (ciencia). La ciencia ficción sólo intenta especular sobre como será nuestra reacción ante lo que nos depara el futuro. Un futuro del que, nunca hay que olvidarlo, somos los únicos responsables.
 
En cualquier caso, la tecnología biomédica que imagina Huxley no se parece en nada a la biotecnología actual. Sólo en 1953 conocimos la estructura en doble hélice del ADN y, más adelante, hemos empezado a aprender como funciona la genética y avanzamos en biología molecular. Posiblemente en sólo algunas décadas dispondremos de biotecnologías que hagan posible algo parecido a lo que Huxley imaginó.
 
Tal y como lo expresa Stephen W. Hawking: "En los últimos 10.000 años, hemos ido acumulando in­formación cada vez con mayor rapidez, y la hemos dejado a las generaciones venideras. Esta transmisión de información mediante el lenguaje ha substituido a la evolución biológica por medio del ADN, que no ha experi­mentado cambios significativos en este período. No podremos continuar mucho más tiempo con este crecimiento exponencial de la información, porque nuestro cerebro es, esencialmente, el mismo que el del hombre de las cavernas. A pesar de ello, estamos a las puertas de una nueva era en la que podremos modificar nuestro ADN, nuestra capacidad intelectual y la duración de nuestra vida. Sólo espero que utilicemos este poder con sabiduría".
 
¡Ojalá sepamos hacerlo así!
 
Para leer:
 
Ficción
- Un mundo feliz. Aldous Huxley. Barcelona. Planeta-De Agostini. 2005. (año de la publicación original: 1895).

 
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