60. "Frankenstein o el moderno Prometeo" de Mary W. Shelley
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Escrito por Miquel Barceló   
Jueves 01 de Enero de 2009

"Frankenstein o el moderno Prometeo" (1818) de Mary Wollstonecraft Godwin Shelley (1797-1851) es, claramente, la primera novela de ciencia ficción.

Quien se dio cuenta de ello por primera vez fue el novelista británico Brian W. Aldiss, historiador de la ciencia ficción y, también, autor del relato "Los superjuguetes duran todo el verano", aparecido en la revista Harper's Bazaar en diciembre de 1969 y en el que se basó Stanley Kubrick para crear el proyecto de la película "A.I." (2001) que al final terminaría filmando Steven Spielberg con guión de otro autor británico: Ian Watson.

Aldiss supo superar la imponente fuerza del imaginario popular que, en el caso de Frankenstein, surge demasiadas veces de la versión cinematográfica que creara en 1932 James Whale con Boris Karloff como indiscutible protagonista en la figura del monstruo o, como la llamaba Shelley, la Criatura.

En la versión cinematográfica de Whale-Karloff, la peripecia de Frankenstein se convierte demasiado fácilmente en una historia de terror y desaparece esa referencia importantísima al "moderno Prometeo" que utiliza Shelley en su subtítulo. El doctor Frankenstein, como muchos científicos, se atreve a dar a los humanos aquello que hasta el momento les era desconocido y, siguiendo al clásico, también como Prometeo ha de resultar castigado por su osadía.

Porqué, en realidad, la historia de Frankenstein nos habla del atrevimiento y, tal vez, de los peligros de la ciencia, un punto de vista que vuelve a recuperarse en la moderna versión cinematográfica de Kenneth Branagh de 1994 que, no en balde, se etiqueta como "Mary Shelley's Frankenstein" (El Frankenstein de Mary Shelley) para indicar claramente que, con esa versión, se retorna al original de la escritora británica al margen del mito cinematográfico creado por Whale-Karloff.

Shelley y Branagh inician su historia con el encuentro de dos locos atrevidos que intentan surcar los peligrosos mares de lo hasta entonces prohibido: Robert Walton, el explorador del polo que encuentra en su camino a un fracasado doctor Frankenstein que le contará su terrible historia. Ambos se reconocen como "locos" que afrontan la prometeica labor de encontrar nuevo saber, descubrir nuevos mundos y, en definitiva, hacer avanzar el cúmulo de experiencias y saberes de la especie humana.

Por eso es fácil coincidir con Aldiss al considerar que el "Frankenstein" de Mary W. Shelley es la primera novela de ciencia ficción. Si para Isaac Asimov, la ciencia ficción es "la rama de la literatura que trata de la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología", la triste aventura del doctor Frankenstein encaja en esa descripción en grado sumo. Un nuevo descubrimiento científico: devolver el hálito de la vida a cuerpos anteriormente muertos, es un hallazgo científico que, en el caso de la novela de Shelley, se enfrenta a la reacción popular en una sociedad, la victoriana, refractaria y temerosa de tales novedades. La responsabilidad del científico no es en absoluto un elemento ajeno a la historia de Frankenstein ni, por desgracia, ajeno a nuestro mundo que vuelve a plantearse temas parecidos en torno a las biotecnologías y las muchas posibilidades, siempre nuevas, siempre prometeicas, que nos ofrecen.

Curiosamente, el tratamiento de Shelley da a la Criatura es, en algunos aspectos, parecido al que la moderna ciencia ficción ha dado al androide, al robot o, al replicante cinematográfico. La Criatura del doctor Frankenstein es inteligente pero ingenua, un personaje todavía no modificado por la civilización y que actúa en la novela como el "buen salvaje" rousseauniano. Es, también, un elemento que desbarata una realidad civilizada de la misma forma en que habría de hacerlo, cien años más tarde, el salvaje que irrumpe en la ordenada sociedad de "Un mundo feliz" (1932) de A. Huxley de la que hablaremos aquí dentro de un par de meses.

Frankenstein, la novela de Shelley o la fiel versión cinematográfica de Branagh, es un hito indiscutible en la ciencia ficción, la primera piedra sobre la que se asienta, casi dos siglos más tarde, un brillante edificio especulativo que se dirige, ante todo, a la inteligencia y la capacidad de reflexión del lector. No es poca cosa.

Para leer:

Ficción
- Frankenstein o el moderno Prometeo. Mary W. Shelley. Madrid. Espasa Calpe. Colección Austral. 2008. (año de la publicación original: 1818).

 
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