29. Topología Ficción (1) |
Escrito por Miquel Barceló |
Lunes 01 de Mayo de 2006 |
Si he de decir la verdad, cuando, hace ya más de dos años, Raúl Ibáñez me encargó esta sección de Divulgamat, el primer tema en el que pensé fue, precisamente, la Topología Ficción. Ya saben, esos relatos que usan o abusan de las cintas de Moebius, las botellas de Klein o los universos de Alicia por citar sólo los casos más emblemáticos. Pero, como habrán ustedes visto, he tardado más de dos años en tratar el tema que, pese a todo, como digo, fue el primero en el que pensé. Hoy empezamos una serie de la que sólo puedo decirles que no sé, en realidad, cuándo voy a terminarla. Ya se sabe: quien avisa no es traidor...
La razón del retraso es sencilla: en los años cuarenta y cincuenta las cintas de Moebius y las botellas de Klein aparecieron diversas veces en curiosos relatos de ciencia ficción. En mi memoria, amontonado con otros recuerdos de cuando era niño, estaba (y está...) una ilustración de uno de esos relatos en el que se veían dos monumentales botellas de Klein colgadas de una viga y, en medio de ellas, un hombre trajeado y con cara de asustado. Buscar ese relato (aunque reconozco que sin una dedicación exclusiva ni intensiva...) ha tenido como efecto retrasar casi dos años la temática de la Topología Ficción en esta sección de Divulgamat. Lo siento. Ahora no voy a tener otro remedio que contarles algo de ese relato... A la busca del relato perdido En estos días, google o cualquier otro buscador en la red es una potente herramienta para encontrar según qué cosas. Incluso se encuentran páginas como Mathematical Fiction que mantiene Alex Kasman del College of Charleston y quién, como después he sabido, escribe también interesantes artículos sobre "Mathematics in Science Fiction". Pues bien, ninguno de los relatos de la larga lista reunida por Kasman parece corresponderse con el de mi recuerdo, y eso que en su lista están todos los clásicos de la topología ficción y algunos más de los que, evidentemente, hablaremos en posteriores entregas. No he tenido otro remedio que acudir a ese ingente amontonamiento de libros que ocupa gran parte de mi casa y que podría denominar: "mi biblioteca", y hojear uno por uno diversos ejemplares de los volúmenes y antologías que mi padre compraba en los años cincuenta y que, debo reconocerlo, le he ido "tomando en préstamo" a lo largo de los años sin devolverlos... Al final encontré el relato o, cuando menos, la ilustración de la que les hablaba. Para mi desgracia, el relato, aún cuando hace intervenir las botellas de Klein (el dibujo es en este sentido explícito), no tiene nada que ver con la topología ficción y se trata de una utilización espúrea de la topología que puede servir para ilustrar el gran uso (y el mucho abuso) de esa temática en los años cuarenta y cincuenta en la ciencia ficción estadounidense. Les prometo hablar en serio de todo ello el próximo mes, pero déjenme ahora centrarme en ese relato. Más Allá de la ciencia y la fantasía fue una excepcional revista argentina que inició su aventura en 1953 para durar 48 números, cuatro maravillosos años que fueron eso que suele decirse "seminales" en la historia de la ciencia ficción publicada en castellano. A España llegaba casi en cuentagotas importada por diversos agentes comerciales y los aficionados como mi padre podían comprarla al desorbitado precio de 15 pesetas de las de los años cincuenta. La revista incluía diversas novelas cortas y relatos traducidos del inglés, pero también algunos originales de autores argentinos, una sección de divulgación científica, cartas de los lectores, noticias curiosas del mundo de la ciencia y un curioso y estimulante test ("espaciotest") más bien de divulgación científica. Una verdadera gozada. En el número 20 de Más Allá, el correspondiente a enero de 1955, en las páginas 95 a 102, se publicaba un relato de un tal Harry Walton, titulado en la revista como Terror espacial, e ilustrado por Paul Cooper. Ésa era la ilustración con las dos botellas de Klein que yo recordaba. Déjenme hacer ahora un inciso. Yo he nacido en noviembre de 1948, o sea que en 1955 no tenía ni siquiera siete años. Por eso me inclino a pensar que debí leer esa revista y ese relato algunos años más tarde, aunque, imagino, siempre antes de los diez años. Tengan en cuenta que, en esos tiempos, no teníamos televisión ni Internet ni juegos de ordenador o sea que, mayormente, los niños jugábamos a pelota o a lo que fuera y leíamos tebeos o lo que cayera en nuestras manos. Pueden imaginarse la sorpresa del niño que yo era ante ese extraño artefacto que el relato identificaba con el misterioso nombre de "botella de Klein". Para mi ilustración, en una clásica aplicación de eso que el doctor Miguel Masriera llamaba "enseñar deleitando", el mismo relato incluía una explicación bastante autorizada. Copio literalmente de la traducción de Más Allá:
No me atrevo a imaginar ahora lo que le sucedió a mi pobre cerebro de infante enfrentado a la idea de "una sola superficie, interna y externa a la vez", pero me temo que no debió ser nada bueno. Siempre he dicho que esto de leer ciencia ficción a edades tan tiernas no debe ser bueno para la mente... Y la pregunta podría ser: ¿y quién es Harry Walton? Science Fiction Plus fue una de las muchas revistas que publicó Hugo Gernsback el luxemburgués emigrado a los E.E.U.U. que acabó bautizando al género con su actual nombre: "ciencia ficción". Esa revista en particular, Science Fiction Plus, sólo llegó a publicar 8 números entre noviembre de 1952 y diciembre de 1953. Aunque los títulos del relato de Walton sean distintos en su original inglés y en el aparecido en Más Allá, han de ser el mismo relato. Y más teniendo en cuenta que Paul Cooper era uno de los ilustradores fijos en Science Fiction Plus. Como curiosidad añadida, les diré que, normalmente, Más Allá usaba nuevas ilustraciones hechas por artistas argentinos para los relatos que publicaba. Pero parece ser que esas botellas de Klein debieron parecer excesivamente "extrañas" y, simplemente, se usó la ilustración original de Cooper. El relato viene a justificar la extrañeza de las "botellas de Klein". En definitiva, salvo la explicación extraída del libro de George Gamov, nada de nada. Sólo un uso más bien aterrador de un objeto en apariencia extraño como podría ser una "botella de Klein". Por eso no encontraba esa referencia en la Mathematical Fiction de Alex Kasman. Ni en ningún otro lugar medianamente serio excepto en mi memoria tal vez marcada por una ilustración que asustó a un niño que, por entonces, no sabía nada de botellas de Klein ni cintas de Moebius. Para finalizar les diré que, en mi búsqueda en la red de referencias a las botellas de Klein he encontrado una página web (http://www.kleinbottle.com/) en donde una empresa, Acme Klein Bottle, vende botellas de Klein o, mejor, lo que ellos mismo reconocen que se trata de la proyección tridimensional de una botella de Klein 4-D. La idea parece proceder de Clifford Stoll quien, por cierto, ha proporcionado material para varios de mis cursos gracias a su primer libro, EL HUEVO DEL CUCO, en donde se habla de uno de los primeros casos de hacking. En cualquier caso, sepan que pueden conseguir "la inmersión en tres dimensiones de una botella de Klein 4-D" por un precio módico. Si no fuera por el miedo de que se rompa en el traslado yo mismo habría pedido una... Pero de todo ello, botellas de Klein, cintas de Moebius y, tal vez, incluso de universos de Alicia, seguiremos hablando el próximo mes... Para leer:Ficción |