Matemáticas: pasado y futuro
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El Mundo, 12 de Diciembre de 1999
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SOCIEDAD
CRISTINA ALDAZ Susana Mataix resume en un libro la historia de esta ciencia
La científica Susana Mataix publica Matemática es nombre de mujer

MADRID.- La ciencia sale poco a poco de los laboratorios, comienza a ser tema de conversación en tertulias y hasta argumento de entretenidas novelas. Esta forma de ficción científica ha sido la elegida por Susana Mataix para escribir Matemática es nombre de mujer (Rubes Editorial), un libro en el que recorre la historia de esta ciencia desde sus orígenes hasta principios de este siglo.
La autora ha escogido como hilo conductor un manuscrito redactado por Hipatia, una profesora universitaria que vivió en Alejandría entre los años 370 y 415 de nuestra era. Su saber y su condición de mujer hicieron que fuera denunciada por las autoridades de la Iglesia y que acabara sus días lapidada por los cristianos.
El escrito va pasando de mano en mano, siempre femeninas, para acabar en poder de Emmy Noether (1882-1935), un genio del álgebra que nació en Alemania y trabajó en Estados Unidos. Entre ésta e Hipatia, Susana Mataix cuenta los logros científicos y humanos de otras siete mujeres, todas eminentes matemáticas a pesar de que los hombres se lo pusieron difícil.
De ellas, la autora reconoce sentir especial admiración por Sofía Kovalevskaya (1850-1891), Emmy Noether y Florence Nightingale (1820-1910), aunque confiesa que todas merecen su respeto «porque lo consiguieron todo solas y un matemático, para progresar, debe ser escuchado, compartir sus logros e incluso tener competencia en su entorno». Susana Mataix asegura que se siente identificada con ellas por «el esfuerzo que realizaron por subirse a un tren» en el que no tenían sitio. Y es que la autora insiste en que «los genios nacen», pero el resto de los científicos tienen que hacerse «estando inmersos en un ambiente que fomente su investigación».
Hay que tener en cuenta que, hasta no hace mucho, las mujeres tenían prohibido ser profesoras universitarias. A pesar de que ya no hay vetos de este tipo, Susana Mataix asegura que «romper las costumbres es muy difícil» y, todavía hoy, las mujeres científicas «reciben menos invitaciones a congresos y foros de debate» que los hombres.
Pero la autora es optimista y, de cara al siglo XXI, está segura de que una mujer puede ganar el Premio Filds -el equivalente al Nobel, pero de matemáticas-: «Todavía no lo tiene ninguna mujer, pero tampoco un español», dice, y apunta que, en nuestro país, ya se matriculan más mujeres que hombres en Ciencias Exactas.
Tan difícil parece una cosa como la otra. Según Susana Mataix, en España no se enseñan bien las matemáticas. No quiere señalar a ningún responsable con el dedo, pero pone el ejemplo de Francia, donde, asegura, «la mayoría de la gente aprende de verdad» esta ciencia en las escuelas.
¿Cómo lo hacen? «Mostrando que las matemáticas son un placer y que los problemas que plantean forman parte de la vida de cualquiera, que no son sólo para genios. Por ejemplo, cuando llegue el euro estaremos todo el día haciendo cuentas», afirma.
Por si quedaban dudas, Susana Mataix concluye asegurando que «nadie es de ciencias o letras, las dos áreas son igual de necesarias». La autora pone sus esperanzas en el 2000, designado Año Mundial de las Matemáticas por la UNESCO. Uno de los objetivos es cambiar su imagen social de esta ciencia.

 
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