Ciencia asistida
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La Vanguardia, 15 de Noviembre de 1999
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JOSEP MARIA CASASUS En Francia y en Alemania se han disparado, al parecer, las señales de alerta respecto al creciente desinterés de la juventud hacia el estudio de las ciencias. Según los expertos, es el mismo desinterés que hace años convirtió los estudios de letras en un objetivo muy minoritario y marginal.
De un tiempo a esta parte, las carreras universitarias relacionadas con la investigación en ciencias en su sentido más estricto -las naturales y las exactas- motivan en algunos países a menos jóvenes que las relacionadas con la técnica y la informática en sus distintas variantes.
El Ministerio de Educación francés ha detectado que en los últimos veinte años las nuevas vocaciones científicas han descendido un 30 por ciento entre los estudiantes preuniversitarios de su país. De seguir así, los analistas auguran que en el futuro habrá penuria de científicos en el mundo occidental.
Para contrarrestar esta tendencia han surgido iniciativas como la Fiesta de la Ciencia, ideada en Francia por Hubert Curien, y convertida en Semana de la Ciencia desde 1998. Este año se ha celebrado entre el 18 y el 24 de octubre. En Cataluña se desarrolla estos días un programa similar. La ciencia comienza a necesitar una respiración asistida como la que le suministraron eficazmente los mecenas en el Renacimiento y en la fase más expansiva de la industrialización, a finales del siglo XIX.
Es una receta modesta, casi artesanal, un grano de arena que vuelve a ser necesario cuando en los planes de apoyo a la alta investigación que están financiados por las administraciones públicas, a escalas nacionales o internacionales, se privilegian cada vez más los estudios aplicados a la explotación y al desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación.
En este marco de crisis incipiente que atraviesan los estudios científicos merece atención toda iniciativa razonable orientada a sumar esfuerzos en el apoyo a los científicos en formación. En la Fundación Conde de Barcelona, instituida por "La Vanguardia", se conceden desde 1986 becas para posgraduados que son seleccionados por jurados formados por profesores universitarios atentos a las individualidades que despuntan en los distintos ámbitos de las ciencias experimentales.
Desde entonces se ha apoyado a recién licenciados que trabajan en líneas tan diversas como caracterización de antígenos, física de la materia condensada, enfermedad de Alzheimer, mecánica celeste, fisiología de vegetación y cultivos, cambio climático, geología marina, química combinatoria, robótica, matemáticas avanzadas y caracterización de bacterófagos.
Apoyar a la ciencia es un objetivo social ineludible. Sin ella no existe progreso. Los avances técnicos son más deslumbrantes, por supuesto. Pero la tecnología resulta obsoleta si fallan los contenidos de una cultura integral, científica y humanística.

 
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