El rescoldo |
En esta novela se va trazando un fresco de la sociedad española desde principios del siglo XX hasta el estallido de la Guerra Civil, ambientada en la provinciana Zaragoza de la época, pero en la que llegan unos insólitos influjos de modernidad y unos comportamientos libres y avanzados aún en nuestros días. Y en la que se dan cita las posiciones ideológicas tan presentes en la época, con la reacción y el clericalismo más negro por una parte, pero con las ansias de libertad bullendo y luchando por el fondo vital; y las huelgas, la opresión y los atentados (como el de Ascaso al cardenal Segura). En la trama imaginada se entrecruzan personajes tan reales como el artista y docente oscense Ramón Acín, paradigma del anarquista, sobre un fondo histórico en el que se prepara primero la República y más tarde el levantamiento militar del 36. En esa época va viviendo un creíble aunque inimaginado trío formado por un maestro anarquista, un matemático de familia rica (Jesús Vió) y una universitaria, mujer adelantada a su época (prima y esposa de Vió), que avanzan a contracorriente en el pacato ambiente de una sociedad reaccionaria y que consiguen ir consolidando su difícil relación. Que explotará en el formidable estallido de julio del 36 dejando zonas de sombra que algunos de sus descendientes actuales se encargarán de iluminar con dificultad, levantando el velo del olvido que cubrió en los años de plomo de la dictadura, incluso en el ámbito familiar, los comportamientos juzgados inapropiados. Para lo que hará falta el concurso de nuevos personajes influyentes en la política reciente, de nuevo bien hilvanados en el transcurrir de la trama. No es el momento de hacer una pormenorizada crítica de los aspectos más literarios de El rescoldo (para la que por otra parte no me juzgo capacitado ni de lejos). Solo señalar que retoma en parte la trama de un cuento que ya apareció en otro volumen de Leguina (Cuernos), y que como la mayoría de sus obras se lee con facilidad y tiene una trama que avanza con ligereza y abundantes elementos sorpresivos hasta su final. Quizás se aprecia una cierta falta de profundidad en el dibujo de la psicología de los personajes, que se mueven por impulsos un poco primarios y cuyas actitudes se explican más que se deducen. Pero están inmersos en un decorado de fondo muy bien trabado y con buena documentación previa, lo que hace que muchas veces se tenga la sensación de estar asistiendo al desarrollo de la vida diaria de aquellos años. En la producción literaria de Joaquín Leguina, que además de un conocido político con destacados puestos públicos es demógrafo de profesión, no es la primera vez que alguno de sus personajes tiene relación con las matemáticas. En Tu nombre envenena mis sueños (Plaza-Janés, Barcelona, 1992), llevada también al cine por la desaparecida Pilar Miró, uno de los protagonistas es policía y estudiante de Matemáticas, lo que le lleva a interesantes reflexiones e informaciones matemáticas. Teorema de Fermat, Conjetura de Goldbach y otras minucias Nos detendremos a continuación en los aspectos matemáticos del libro. El protagonista, Jesús Vió, es un precoz talento aragonés, obsesionado por el Teorema de Fermat, al que un matemático zaragozano envía al núcleo de la matemática de los años 20. Allí contacta con el matemático Harold Lardy, especialista inglés en Teoría de Números, con quien el protagonista tiene una estrecha relación: es el director de su tesis y su permanente contacto con el mundo del Teorema de Fermat. Cuando le encuentra en Cambridge, ya desde el primer momento, se encarga de comentar variados aspectos de las matemáticas que permiten al lector lego en matemáticas (que en principio es el destinatario natural de la novela) hacerse una idea bastante fidedigna de lo que pudo ser el ambiente matemático entre las dos guerras mundiales en Inglaterra. Empieza (página 34) diciendo: Es usted muy joven, pero eso en matemáticas resulta ser una ventaja. La etapa creadora comienza en nuestro oficio y, ¡ay!, también se apaga muy temprano. La matemática, más que cualquier otro arte o ciencia, está destinada a hombres jóvenes. Newton expuso sus más geniales ideas sobre fluxión y gravitación en 1666, cuando tenía veinticuatro años. Galois murió en un duelo a los veinte, Abel a los veintisiete, Riemman a los cuarenta. Si es su camino, no lo desperdicie, porque es corto e intenso. Cierto que en su intento de hacer asequibles los enunciados de teoremas o resultados sencillos pone en boca de destacados matemáticos ante auditorios de doctorandos inimaginables disertaciones (como el mismo Lardy demostrando por reducción al absurdo la demostración de la infinitud de la sucesión de números primos, pp. 35-36), pero la verdad es que la mayoría de las disertaciones están bien ensambladas en la narración. Por si había alguna duda sobre la personalidad de Lardy, su compañero de investigaciones es Littelgarden y había hecho llegar a Cambridge a un autodidacta hindú llamado Ramanutyan, tuberculoso y al que fue a visitar en un taxi de número bastante soso: el 1729, el menor que puede ser expresado de dos formas diferentes como suma de dos cubos. Otro de los protagonistas secundarios de la novela es un personaje de otra ficción remaquillado para la ocasión: el tío Petros de la novela de Doxiadis, empeñado también aquí en la Conjetura de Goldbach. Aparecen también todos los grandes con su nombre y sus logros verdaderos: Russell, Wittgenstein, Gödel, Turing Y todos los artistas que conformaron el grupo de Bloomsbury. Asistimos en vivo y en directo a los avatares de la matemática entre los años 20 y 40 y a los intentos de solución de los dos grandes enigmas matemáticos de la mano de Jesús Vió y Petros, envenenados a partir de un momento por la cruda realidad revelada por el teorema de indecibilidad de Gödel. Y a las grandes ideas que llevarán a la demostración del teorema de Fermat (formas, modulares, curvas elípticas aquí conjeturadas por la fértil mente del aragonés), de cuyos actos finales, con la demostración de Wiles, también seremos testigos en los años noventa, ya por intermedio de un descendiente que sigue los pasos de Vió. Al hilo de la trama nos salen interesantes elucubraciones sobre hechos y teorías matemáticas, como que 26 es el único número entre un cuadrado y un cubo (pág. 45), el enunciado original de la conjetura de Goldbach (pp. 43-44), la indecibilidad y sus consecuencias (pág. 125) o los trabajos de Turing (pág. 128), que permiten ir haciéndose unas ideas claras, pero a la vez legibles con facilidad, de muchos problemas matemáticos transcendentes, poco o nada conocidos por el gran público, a los que se llega insertos en una trama interesante por muchos aspectos novelescos (para entendernos, no del tipo del Teorema del loro de interés sólo matemático) y que no permite dejarla. Pienso que hubiera sido mejor obviar la presunta demostración sencilla (con los instrumentos matemáticos de la época) del Teorema de Fermat, que aparece al final del libro como un Anexo. Pero considero de justicia destacar un libro tan inhabitual desde el punto de vista de la presencia de las matemáticas en la producción literaria española. (Reseña aparecida en la revista SUMA nº50 Nov.2005) Materias: Historia, guerra civil española, amor, política, teorema de Fermat, Gödel, matemática en España, Goldbach. Autor de la reseña: Fernando Corbalán (I.E.S. Francisco Grande Covián, Zaragoza) |
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