DivulgaMAT
Inicio - DivulgaMAT Facebook - DivulgaMAT Twitter - DivulgaMAT

Boyd Granville, Evelin (1924- ) - Página 3
PDF Imprimir Correo electrónico
Escrito por Xaro Nomdedeu Moreno   
Índice del artículo
Boyd Granville, Evelin (1924- )
Página 2
Página 3
Todas las páginas
El compromiso

Su marido, el clérigo Gamaliel Mansfield Collins tenía dos hijos que convivieron temporadas con el matrimonio. El reverendo Mansfiel formaba parte del grupo de pastores que reunían fondos para Martin Luther King, el líder negro asesinado hace ya más de 4 décadas. Además ayudaba a organizar los grandes mítines cuando el Dr. King venía a la ciudad. A Evelyn el Dr. King le parecía una persona fascinante.

Durante este periodo, Evelyn se comprometió con el Movimiento de los Derechos Civiles para los afroamericanos, participando en los programas del Día de la Mujer.

La década de los 60 volvió a ser profesionalmente, muy fructífera para Evelyn.

El primer hombre que navegó por el espacio, Yuri Gagarin, lo hizo en 1961.

Esto desató una gran respuesta del complejo industrial militar estadounidense. Los EEUU reorganizaron su programa de investigación y desarrollo militar, crearon la NASA, cambiaron los currículos escolares y le inyectaron dinero a los distintos programas de investigación y desarrollo para conseguir ingenieros, etc.

La NASA necesitaba directivos formados en matemáticas y ciencias, en 1962 Evelyn se incorporó al equipo de especialistas investigadores en áreas como: análisis numérico digital, mecánica celeste y cálculo de órbitas y trayectorias, de la Compañía Norteamericana de Aviación, la cual diseñaba trabajos para el Proyecto Apolo. En 1963 pasó a IBM, en la División Federal de Sistemas, donde realizó trabajos similares.

En 1967, año en el que tuvo lugar el Festival de Woodstock que ha permanecido como símbolo del nacimiento del movimiento hippy, se le ofreció a Evelyn trabajar en Washington, pero permaneció en los Ángeles, rescindió el contrato con IBM y se dedicó a resolver su divorcio. Seguramente su abnegada dedicación profesional no fue ajena a ésta situación.

Tras su divorcio, aceptó un puesto como profesora asistente de matemáticas en la Universidad Estatal de California, en la ciudad de Los Ángeles. Seguía los impulsos de su primera vocación, en relación a la cual solía decir: “siempre me gustó explicar cosas y ver que alguien aprende de ello”. Ganaba la mitad del salario que le pagaban en la industria, pero sólo se acordaba, decía, el día de la paga.

De 1968 a 1969, Evelyn, formó parte de Proyectos de Formación del Profesorado que debían hacerse cargo de la introducción de la matemática moderna en los niveles elemental y secundario.

El primer alunizaje la pilló apartada de los proyectos espaciales de la NASA. Escribió un libro: Teoría y Aplicaciones de Matemáticas para Profesores, con el que pretendía mejorar la enseñanza de las matemáticas en todos los niveles. El libro vio dos ediciones antes de que cambiara el plan de estudios y se centrara más en los conocimientos básicos, aparcando la matemática moderna.

Mientras tanto a uno y otro lado del océano, surgían movimientos de protesta, contrala guerra de Vietnam, contra las condiciones laborales, contra la estructura universitaria, contra el modelo patriarcal de familia,  etc.,  sostenidos por la izquierda intelectual.

Durante los años 70, bajo la presión de leyes de acción compensatoria, mejoró el estatus de las mujeres, tanto en la industria como en la enseñanza superior. En la Cal-State, se ofreció a una minoría de mujeres un año de entrenamiento en un programa que les permitiera llegar a ser decanas, jefes de departamento y administradoras. En otras palabras, que les permitiera estar en posición de influir políticamente. A Evelyn le hubiera gustado entrar en la administración del College: "Si yo fuera joven," dijo, "me gustaría entrar en este programa."

Se volvió a casar y se trasladó a vivir a una granja de Texas con su marido Edward V. Granville. En 1984 se jubiló. De 1985 a 1988 enseñó Matemáticas e Informática en el College Texas en Tyler, en la cátedra de A. Lindsey. El Smith College le concedió un doctorado honoris causa en 1989, simbólico año de fin de una época. Es la primera mujer negra que ha recibido tal honor de una institución americana. Ha pertenecido al Consejo Nacional de Profesores de Matemáticas y a la Sociedad Americana de Mujeres Universitarias.

Hoy sigue dando clases voluntariamente a universitari@s, en programas tutoriales de nivel elemental y secundario y a adult@s que desean ser alfabetizad@s.

Cuando se le pregunta por su larga vida profesional, dice que aquello que más la satisface es haber mostrado que las mujeres pueden hacer matemáticas, haber contribuido a que se sepa que las mujeres afroamericanas también tienen cerebro.

Esta mujer, comprometida con la causa de su raza, amante de las matemáticas y las estrellas, de la naturaleza y la familia, de la enseñanza y la comunidad y modelo de superación para las mujeres, es ejemplo de lo que Gianni Rodari llamaba, en su obra Lo que los niños enseñan a los mayores, la voluntad de la especie, la fuerza creadora, la capacidad de supervivencia y transformación del mundo. La capacidad de reaccionar ante las injusticias sociales.

Dice Rodari “…cuando hablo de los problemas del mundo, con los niños, me parece que la pregunta que más les apasiona es ¿qué tenemos que hacer entonces?

Es decir, en ellos nace, ante todos los motivos de pesimismo, una desesperación, de la que surge la exigencia de que algo hay que hacer, que apela a lo que Gramsci llamó tan acertadamente “el optimismo de la voluntad”, la fuerza de voluntad que ha caracterizado a Evelyn a lo largo de su trayectoria vital.

Omar Khayyam, matemático y poeta del siglo XII, sintetiza magistralmente lo antedicho en unos pocos versos:
“Cuando tiembles bajo el peso del dolor y cuando agotes el manantial del llanto, piensa en las plantas que la lluvia como a espejo bruñe. Cuando te exaspere el resplandor del día y cuando anheles que una noche eterna caiga sobre el mundo, piensa en el despertar de un niño.”



 

© Real Sociedad Matemática Española. Aviso legal. Desarrollo web