[Paul Wolfskehl, rico alemán aficionado a las matemáticas] rechazado por una dama de la que estaba perdidamente enamorado, decidió suicidarse en una fecha y hora fijas, justo cuando sonaran las campanadas de medianoche. Llegado el día y para entretener las horas que le quedaban, se puso a estudiar un artículo de Kummer, en el cual destrozaba la supuesta solución al enigma de Fermat que habían propuesto Cauchy y Lamé. Lo tomó con tanto empeño que que se le fue el santo al cielo sin que se aprecibiera de que su hora había ya pasado. En la madrugada, decidió que el suicidio le privaba de conocer el final de la trama, así que rompió las cartas de despedida que había escrito, se olvidó de aquella esquiva dama y cambió el testamento [para crear un premio a la solución del último teorema de Fermat].