En Sextinas: poesía matemática ya hablamos de sextinas. Os recuerdo que, según el diccionario de la RAE, una sextina es:
Composición poética que consta de seis estrofas de seis versos endecasílabos cada una, y de otra que sólo se compone de tres. En todas, menos en esta, acaban los versos con las mismas palabras, bien que no ordenadas de igual manera, por haber de concluir con la voz final del último verso de una estrofa el primero de la siguiente. [...]
Os traigo hoy la bellísima sextina Rabia y miel de Sofía Rhei [Chús Arellano, Jesús Munárriz y Sofía Rhei, Sextinas. Pasado y presente de una forma poética, Hiperión, 2011].
La de Sofía no sigue la misma estructura que la original del trovador Arnaut Daniel, pero obedece también a una permutación de orden 6, la definida por:
Es decir, se construye siguiendo las rimas según el siguiente esquema:
ABCDEF – FADBCE – EFBADC – CEAFBD – DCFEAB – BDECFA,
donde A es la palabra final del 1er verso de la primera estrofa, B es la última palabra del 2o verso de la primera estrofa, etc.
Rabia y miel
La prima canta, albina, abierta al aire desde el brillante borde, desde el cobre perforado en matriz para la sangre de la guitarra, en su redonda llama de combustión sonora. Pinza, araña el meñique, y estalla cada golpe.
Es la alegría en la vértebra un golpe de agudo evaporado, hecho del aire, un arpegio de puro nervio y llama que se respira, es la alegría cobre que destella, caricias en la sangre: cada palma que ríe es una araña,
y entre palos, araña y araña se encuentran en el más preciso golpe. Pero no nace el verdadero cobre del ritmo en otro sitio que en el aire donde ojos y bocas prenden llama, prenden compás al tiempo de la sangre.
Siempre algo más necesita la sangre, algo como la rabia que arde, araña y se derrama en el cálido aire de la sangre como un acorde; el golpe de un vértigo de miel, de oro, de cobre cálido y dulce, de líquida llama.
No existe luz que no ciegue, no hay llama que no haga crepitar hasta la sangre, no hay música si no hay también el golpe. La rabia que es la miel, la miel que araña es sal, de rabia y gritos en el aire: se está secando de la piel el cobre.
Tiembla el pulgar, tan flaco como el cobre de la cuerda más grave. Ya no hay llama en el mirar, porque la negra araña de párpados que inflama espesa sangre no deja ver los ojos. Se oye el golpe con el que sale del pulmón el aire.
Se va el callado tiempo con que el aire araña hasta la sangre en una llama de cobre. Con un golpe, el bordón llora.
Como se observa, Sofía se permite además una licencia en la contera final, al añadirle dos versos adicionales y al involucrar las seis palabras aire, araña, sangre, llama, cobre y golpe.
Gracias, Sofía, por permitirme reproducir este exquisito poema.
Artículo publicado en el blog de la Facultad de Ciencia y Tecnología (ZTF-FCT) de la Universidad del País Vasco ztfnews.wordpress.com
|