51. (Julio 2011) Rotonda, de Edgardo Mercado |
Escrito por Marta Macho Stadler (Universidad del País Vasco) |
Lunes 11 de Julio de 2011 |
Dos obsesiones que encierran el concepto de infinito se funden en una sola para dar origen a esta obra, la primera de Edgardo Mercado para el Ballet Contemporáneo: la agobiante perfección del círculo y la dificultad a la hora de representar el tiempo. La entrada de mayo de 2008 de esta sección de “Teatro y Matemáticas”, se titulaba Edgardo Mercado: acercando la danza y las matemáticas. En ella, se hablaba de las tres magníficas coreografías Tierra de Mandelbrot (2004), Plano difuso (2006) y Argumentos a favor de la oscuridad (2007). Edgardo Mercado me envío amablemente hace unos meses algunas grabaciones de sus últimos trabajos, uno de los cuales es precisamente Rotonda, estrenada en 2009 y especialmente creada para el Ballet del Teatro San Martín de Buenos Aires. Néstor Tirri hace la siguiente crítica de la obra en el periódico La Nación: Con Rotonda, Edgardo Mercado da su primer aporte al elenco oficial, aunque ya había probado sus virtudes en el V Festival Internacional de Buenos Aires con Tierra de Mandelbrot. Mercado (ex Nucleodanza) lanza a los bailarines al ruedo a full, con una carrera en círculo en el generoso espacio de la Coronado; un ritmo intenso en el ostinato de la banda sonora (notable creación electrónica minimalista de Gabriel Gendín) acompaña a esta briosa concepción in continuum, con esporádicas detenciones y algunos giros y cruces hacia el interior de la cadena humana que circula. Una rigurosa coherencia interna, casi matemática, rige esta admirable composición: movimiento puro, danza despojada, gran exigencia física con buena respuesta del elenco, una fuerza que evoca –acaso por azar– a la energía que, 25 años atrás y en Nueva York, desplegaba Molissa Fenley. En esta obra[1], ocho bailarines y siete bailarinas evolucionan, con diferentes ritmos y velocidades, sobre una rotonda, es decir una figura formada por varias circunferencias concéntricas, donde aparecen además marcadas algunas diagonales. Las circunferencias y diagonales aparecen o desaparecen, dependiendo de la iluminación aplicada en cada momento. Los movimientos son a veces rápidos y enérgicos, a veces pausados y pronunciados, en ocasiones se observa pura danza, en otras complejas acrobacias. El recorrido circular –que en ciertos momentos es una auténtica carrera– se rompe a veces para insertar series coreográficas con una o varias personas, siempre acompañadas por la música minimalista de Gabriel Gendín. Rotonda es un completo análisis de la circularidad a lo largo de veinte minutos de danza y dinamismo.
Nota: [1] Un especial agradecimiento a Edgardo Mercado por enviarme la grabación y las fotografías que acompañan a esta reseña. |
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