![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Escrito por Miguel Hernández González, José Montesinos Sirera, Sergio Toledo Prats, Eduardo Martín Pérez y José Andrés Oliva Hernández |
Domingo 01 de Junio de 2008 |
Página 14 de 19
El cine (la pantalla demoníaca)
El mundo parece haber escapado a todo control y los objetos, a veces dotados de poderes mágicos y tenebrosos y otras convertidos en personificaciones de Moloch, adquieren vida autónoma. Para el artista expresionista, que busca representar no la realidad objetiva sino las emociones subjetivas y las respuestas que los objetos y los acontecimientos provocan en él, el arte cinematográfico, con su capacidad para ilustrar contrastes violentos o estados de ánimo turbados, mediante el juego del claroscuro y las sombras, se convertirá en un modo ideal de expresión. Las visiones provistas de un estado de ánimo vago y confuso no podían encontrar un vehículo más adecuado, concreto e irreal a la vez.
El Golem; El gabinete del Doctor Caligari; Las tres luces; Nosferatu el vampiro; Doctor Mabuse, el jugador; Sombras; El último; Metrópolis; Fausto; Berlín, sinfonía de una gran ciudad; Espías; El ángel azul; Berlín Alexanderplatz; M, el vampiro de Düsseldorf y El testamento del Doctor Mabuse, ofrecen una muestra elocuente de, como señala Lotte Eisner en su libro La pantalla demoníaca, la eterna atracción de los alemanes hacia lo oscuro e indeterminado: El expresionista no ve, tiene visiones; la cadena de los hechos -fábricas, casas, enfermedades, prostitutas, gritos, hambre -no existe; tan sólo existe la visión interior que provocan. |
© Real Sociedad Matemática Española. Aviso legal. Desarrollo web |