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Escrito por Miguel Hernández González, José Montesinos Sirera, Sergio Toledo Prats, Eduardo Martín Pérez y José Andrés Oliva Hernández |
Domingo 01 de Junio de 2008 |
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La Matemática alemana en el siglo XIX La matemática a principios del siglo XIX era una disciplina muy respetada por su condición de “verdadera” y exacta. Francia, y en particular París, era el centro neurálgico de su desarrollo, que tenía en Cauchy a su máximo representante. Crecida impetuosamente durante el siglo XVIII, la matemática era un gigante con los pies de barro. El uso de cantidades infinitesimales que se desvanecían, auténticos “fantasmas” denunciados por Berkeley a mitad del siglo XVIII, iba poco a poco repugnando a la sensibilidad y buen criterio de los matemáticos. La matemática, al igual que las otras ciencias, tiende a independizarse en ese proceso de especialización que va a dominar todo el siglo. Concretamente, la matemática tenderá a sacudirse el yugo de lo “real”, e irrumpirá lo “abstracto”, al igual que en las artes plásticas, dando curso libre a la creatividad. Después de dos mil años de diversos intentos de demostrar el famoso quinto postulado de Euclides a partir de los cuatro primeros, se empezaba a sospechar de su independencia con respecto a ellos. Pero era tan duro para la intuición aceptar lo contingente e hipotético de la geometría euclídea, que Gauss no llegó a publicar sus resultados sobre geometrías no euclídeas. Habrá que esperar al segundo tercio del siglo para que la comunidad matemática contemple incrédula las investigaciones, entre otros, del gran matemático alemán Riemann. Hoy día, una variedad riemanniana es un espacio n-dimensional, cuya geometría intrínseca está determinada por una forma cuadrática que nos proporciona el cambio infinitesimal en la distancia ds. Einstein pudo aplicar las ideas de Riemann al continuo 4-dimensional del espacio-tiempo de su Teoría de la Relatividad.
La teoría de conjuntos cantoriana conmocionó el mundo de los matemáticos. Sus representantes se dividían entre los que, como Kronecker, rechazaban de plano la reaparición del infinito actual y la existencia de entes matemáticos que no se pudieran construir en un número finito pasos, y quienes, como Hilbert, saludaron la nueva, original y rigurosa forma de tratar con el infinito matemático y veían abrirse con ella las matemáticas a un paraíso de posibilidades. |
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