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Escrito por Alfonso Jesús Población Sáez |
Miércoles 08 de Enero de 2014 |
No es regla general, pero si frecuente: si en algún momento se necesita un tema, un argumento, un dato (y en vacaciones no se tiene demasiado tiempo) que urgentemente nos venga a echar una mano, lo mejor es recurrir a los clásicos. Nunca fallan (al menos a mi no me han fallado nunca). Por eso son clásicos e inmortales (por mucho que algunos quieran dejarlos bien enterrados en aras de una ilusa ¿modernidad? ¿post-modernidad? ¿post-post-.....-post-modernidad?). Al final, se incluye una última hora sobre un inminente estreno interesante. En realidad tenía preparada otra reseña pero me ha gustado tanto esta versión que he visto estas vacaciones que no me he resistido a incluirla ya, y de paso, acercarnos un poco a esos problemas (o acertijos, porque la mayoría los resolvemos sin echar mano de tablas de verdad ni del álgebra de proposiciones, que es lo que se debería hacer) de lógica, y a uno de sus grandes difusores (sino el que más), Raymond Smullyan. Pero lo primero es lo primero. Echemos un rápido vistazo a la película, como es menester por estos lares... EL MERCADER DE VENECIA
Intérpretes: Al Pacino (Shylock), Jeremy Irons (Antonio), Joseph Fiennes (Basanio), Lynn Collins (Porcia), Zuleikha Robinson (Jessica), Kris Marshall (Graciano), Charlie Cox (Lorenzo), Heather Goldenhersh (Nerisa), Mackenzie Crook (Lancelot Gobbo), John Sessions (Salerio), Gregor Fisher (Solanio), Ron Cook (Gobbo), Allan Corduner (Tubal), Anton Rodgers (El Dux), David Harewood (Príncipe de Marruecos). Argumento: Dado que Shakespeare es prolijo en crímenes, asesinatos y carnicerías varias, hay quien califica esta obra de comedia, mas no me place a mi tildarla como tal, a pesar de no haber finalmente nadie lastimado (que por momentos pudo) y ser de final feliz (bueno, que le pregunten a Shylock, que creo que tiene otra opinión). Ciertamente tampoco es un dramón (que por momentos pudo también), pero más creo que tiene desto segundo que de lo primero (disculpen el lenguaje, pero además me encuentro, por otras cuitas, leyendo el Lazarillo de Tormes, versión original, no adaptada, y ya se sabe que, salvo la hermosura, todo se pega). Dudoso me resulta si débese describir al lector las circunstancias de tan afamada y universal obra, mas finalmente concluyo su necesidad, habida cuenta de que la acción transcurre mayor aunque no exclusivamente en Venecia, y no en Pisa, que es el único desvelo al parecer de nuestros wertedores responsables educativos, siendo por ello muy probable su desconocimiento, sino en su totalidad, seguramente en una gran parte. Comienza el filme advirtiendo del mal concepto y trato que los nobles católicos venecianos dispensaban para con los judíos por el modo en que éstos hacían fortuna en base al préstamo y la usura a elevados e implacables intereses (¿A qué me suena esta cantinela? Cada vez ando peor de memoria). Así vemos a Antonio, el mercader que da título a la obra, insultar, zarandear y hasta escupir a Shylock (nuevamente me resulta familiar esto de la incitación al odio y a la discriminación étnica, ¿dónde lo habré oído?), uno de los judíos más prósperos y por ello odiados de la ciudad. Antonio tampoco está mal situado, es reconocido y respetado, aunque de un tiempo acá anda demudado su talante. No siendo a causa de sus negocios a pesar de tener barcos en ultramar y depender un tanto de posibles conflictos, sus amigos determinan que su aflicción debe deberse a mal de amores, por mucho que él lo niegue. Y cierto resulta ser, mas no le conviene reconocerlo al ser su amigo Basanio la causa de dichos males. Es un momento de gran efervescencia religiosa (acaba de tener lugar la Reforma Protestante y el Concilio de Trento) y las autoridades civiles y religiosas de Venecia, cual soberbios gallardones, han establecido una ley por la que las prostitutas aparezcan por las calles con el pecho desnudo, (no es por tanto un detalle “moderno” para acrecentar la audiencia de la película, sino una nota de autenticidad histórica), preocupados por la homosexualidad rampante en la ciudad. Quizá sea preciso recordar que tan farisaicos decretos y comportamientos ya se muestran en las mismísimas Sagradas Escrituras que tan a loa y provecho sácanse a colación anteayer, ayer y siempre, por otros menesteres, claro. Pero no sólo atañe (el fariseísmo) a circunstancias tan “domésticas” y “poco relevantes”: cuando Basanio explica a Antonio su deseo de ir a probar fortuna solicitando en matrimonio a una rica heredera (ahí se explican los males de Antonio) y necesitar una dote adecuada, Antonio, sin liquidez en ese momento, no duda en pedir crédito a aquel al que difamó y despreció. Shylock, estimando la posibilidad de llegada de la hora de su anhelada venganza, exige un pago singular en caso de que a los tres meses no le sean devueltos los tres mil ducados prestados: cobrarse una libra de carne en vivo del cuerpo de Antonio, de la parte que Shylock elija (la cosa está más clara que eso de las preferentes, más refinadas, pero igual de mortíferas).
El mercader de Venecia fue escrita entre 1594 y 1597, aunque no sería publicada hasta el año 1600. A pesar de lo que ha llovido, como sucede en prácticamente toda la obra de Shakespeare, además de la profundidad que da a sus personajes, es increíble la extrema modernidad de sus obras. Aquí encontramos amor, filosofía, intriga, política, religión, pasión, misterio, denuncia, erotismo,... y lógica. En el cine las adaptaciones de las obras de Shakespeare han sido abundantes y de cierta calidad. El mercader de Venecia no tenía sin embargo hasta la realización de esta versión una referencia clara. En televisión se han realizado muchas adaptaciones (incluyendo una para el recordado y popular Estudio 1 en Televisión Española, dirigida en 1967 por Pedro Amalio López, y que puede disfrutarse íntegramente en http://www.rtve.es/alacarta/videos/estudio-1/estudio-1-mercader-venecia/867717/, obviamente mucho más light que la reseñada arriba. También hay una adaptación de Orson Welles). Para salas cinematográficas hay varias versiones mudas y la co-producción Le marchand de Venise (Pierre Billon, Francia/Italia, 1953), con Michel Simon (Shylock), Andrée Debar (Porcia), Massimo Serato (Antonio) y Armando Francioli (Basanio), no demasiado afortunada. Con escenarios en Luxemburgo y en Venecia, El mercader de Venecia fue nominada como mejor película de la Unión Europea en los Premios David de Donatello. Algunas curiosidades para terminar: inicialmente Cate Blanchett iba a interpretar a Porcia, pero tuvo que renunciar antes de empezar por su embarazo. Tampoco Antonio iba a ser Jeremy Irons, sino Ian McKellen, que tuvo que dejarlo por incompatibilidades con otros trabajos. Por otro lado, en la emisión televisiva norteamericana, al director Michael Radford se le obligó a cortar el beso en la boca que Antonio y Basanio se dan (puritanismo yanqui de lo más hipócrita; pobre Shakespeare. ¿Qué harán con el Nymphomaniac de Lars Von Trier?). Lógica para elegir marido
PRINCIPE: El primero es de oro, y en él hay estas palabras: “Quien me elija ganará lo que muchos desean”. El segundo es de plata y en él se lee: “Quien me elija, cumplirá sus anhelos”. El tercero es de vil plomo y en él hay esta sentencia tan dura como el metal: “Quien me elija, tendrá que arriesgarlo todo”. ¿Cómo haré para no equivocarme en la elección? PORCIA: En uno de esos cofres está mi retrato. Si lo encontráis, soy vuestra. Posteriormente, de boca del Infante de Aragón, conoceremos que hay algunas reglas más que cumplir: INFANTE: El juramento me obliga a tres cosas: primero, a no decir nunca cuál de las tres cajas fue la que elegí. Segundo, si no acierto en la elección, me comprometo a no pedir jamás la mano de una doncella. Tercero, a alejarnos de vuestra presencia si la suerte me fuera contraria. La clave para elegir marido se basaba en la bondad del candidato, y el premio se encontraba evidentemente en el cofre de plomo. Pero Raymond Smullyan (es la “referencia madre” más antigua que he podido encontrar, ya que, como pasa a menudo en Internet y otros lugares, son muchos los que toman prestado el acertijo, pero pocos los que citan las fuentes, mala costumbre a mi entender), en su genial libro ¿Cómo se llama este libro? (el original, What is the name of this Book? data en su primera edición de 1978) dedica todo un capítulo con diferentes variantes cada vez más complejas a esta cuestión planteada por Shakespeare.
ORO: El retrato está en este cofre. PLATA: El retrato no está aquí. PLOMO: El retrato no está en el cofre de oro. Sabiendo que a lo sumo sólo uno es verdad, ¿qué cofre debería elegirse? II.- El pretendiente eligió correctamente, así que se casaron y vivieron bastante felices... por lo menos durante algún tiempo. Pero un día Porcia pensó: "Aunque mi marido demostró una cierta inteligencia al escoger el cofre correcto, en realidad el problema no era tan difícil. Sin duda podía haber puesto un problema más difícil y haber conseguido un marido realmente inteligente". Así pues se divorcio inmediatamente de su marido para poder escoger un esposo más inteligente. Esta vez hizo esculpir las siguientes inscripciones: ORO: El retrato no está en el cofre de plata PLATA: El retrato no está en este cofre PLOMO: El retrato está en este cofre. Porcia explicó al pretendiente que por lo menos uno de los tres enunciados era verdadero y que por lo menos otro era falso. ¿En cual de los cofres está el retrato? Como quiso el destino, el pretendiente no fue nada menos que el primer esposo. Resolvió este problema y se casaron otra vez. El citado libro, además de proporcionar razonadamente las respuestas, propone siete variantes más, para deleite del que desee continuar con entretenimientos similares. Raymond Smullyan
Algunos de sus libros Se listan por orden de publicación en su versión original. En castellano se describe posteriormente el año de publicación de la primera edición. 1978 What Is the Name of This Book? The Riddle of Dracula and Other Logical Puzzles - knights, knaves, and other logic puzzles. - ¿Cómo se llama este libro? El enigma de Drácula y otros pasatiempos lógicos (Editorial Cátedra, 1981). En nuestro país, la editorial Gedisa publicó además en 1988 un volumen bajo el título Juegos por siempre misteriosos, del que no he logrado averiguar si responde a alguno de los originales en inglés de arriba o es simplemente una recopilación de libros anteriores. Además publicó en 2002 bajo el título genérico Juegos para imitar a un pájaro imitador, otros dos libros cuyo título en español es Volumen I.- Caballeros, bribones y pájaros egocéntricos. Quizá algún amable lector pueda sacarnos de dudas, lo que agradecemos de antemano.
Quizá los lectores recordéis otras películas en las que aparecen cuestiones o enigmas de lógica. En la mayor parte de los casos, Raymond Smullyan está detrás. Por ejemplo recordareis El Enigma de Gaspar Hauser (Jeder für sich und Gott gegen alle, Werner Herzog, Alemania, 1974) con una cuestión sobre decidir quien miente y quien no en un cruce de caminos (una vez más el lector interesado puede ampliar la información en el libro Las Matemáticas en el Cine, páginas 144 a 148).
Abajo a la izquierda: El único modo de salir de aquí es probando una de las puertas. Abajo a la derecha: Una de ellas lleva al castillo del centro del laberinto, y la otra lleva a… ¡una muerte segura ! Sarah : ¿Cuál es cada una ? Abajo a la izquierda: No podemos decirtelo. Sarah : ¿Por qué no? Abajo a la izquierda: No lo sabemos. Pero ellos sí (apuntan a sus homólogos en la parte de arriba) Sarah : ¡Oh, pues se lo preguntaré a ellos ! Arriba a la izquierda: No, no nos lo puedes preguntar a nosotros. Sólo puedes preguntar a uno. Arriba a la derecha: Es una de las reglas. Uno de los dos siempre dice la verdad, pero el otro siempre miente. Es otra de las reglas. Él siempre miente. Arriba a la izquierda: ¡No es cierto ! ¡Yo digo la verdad ! Arriba a la derecha: ¡Qué gran mentira ! ¡ Él es el mentiroso! Sarah : (dirigiéndose al otro) Muy bien. Responde sí o no. ¿Me diría él (apuntando al contrario) que esta puerta es la que lleva al castillo ? Arriba a la izquierda: Sí. Sarah : Entonces la otra puerta es la que lleva al castillo, y ésta lleva a una muerte segura.. Arriba a la izquierda: ¿Cómo lo sabes? Él podría haber dicho la verdad. Sarah : Pero entonces tú no la dirías. Si me has dicho que él diría “si”, sé que tu respuesta es “no”. (mal doblaje: debería decir “tu respuesta debería ser “no”; En este tipo de cuestiones sobre lógica, el uso del tiempo verbal adecuado es fundamental para comprender los razonamientos. Por supuesto eso les trae al fresco a los encargados del doblaje, como en tantas otras ocasiones). Arriba a la izquierda: Pero yo podría haber dicho la verdad. Sarah : Y él habría mentido. Así que si me dices que él dice “si”, la respuesta sigue siendo “no”. Arriba a la izquierda: Un momento, ¿Es cierto eso? Arriba a la derecha: No lo sé. Nunca lo he comprendido. Sarah : No, es verdad. Lo he descubierto. Antes no lo habría logrado. Creo que me estoy volviendo más lista. ¡Esto es pan comido ! Sin embargo, nada más traspasar la puerta, cae a un “olvidero” (una mazmorra sin salida). ¿Por qué?
De todos es conocido (el cartel también lo anuncia) que la película está basada en la novela homónima de Arturo Pérez-Reverte (lo que sirve para promocionar la película, dado el tirón mediático, al menos en la época del estreno, de este autor). No sé si Reverte cita a Smullyan como referencia del acertijo, porque no he leído la novela, sólo he visto la película. Pero sí leí en su momento La tabla de Flandes (y vi la horrorosa versión cinematográfica de la que prefiero no acordarme más), y allí aparece el protagonista utilizando lo del ajedrez retrógrado (descrito por vez primera por Smullyan), y en ninguna parte vi referencia alguna a su autor.
Bueno, para empezar el año es más que suficiente en cuanto a referencias cinematográficas, esta vez con la lógica a vueltas. No os quejareis. Ultima hora
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