Junio 2008: Sociedad, Cultura y Ciencia en la época de Einstein (1879-1955) - El cine (la pantalla demoníaca) |
Escrito por Miguel Hernández González, José Montesinos Sirera, Sergio Toledo Prats, Eduardo Martín Pérez y José Andrés Oliva Hernández |
Domingo 01 de Junio de 2008 |
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El cine (la pantalla demoníaca) El periodo que se extiende desde 1913, fecha en la que se realiza El estudiante de Praga (Der Student von Prag), hasta 1933, año de realización de El testamento del Dr. Mabuse (Das Testament des Dr. Mabuse), aparece repleto de acontecimientos que van a marcar de forma indeleble a la sociedad alemana. No es extraño, pues, que impriman su sello en todos los ámbitos de la vida cultural y, más en concreto, en una nueva forma de arte -el cine -que se mostrará especialmente dotada para reflejar el clima moral, sombrío a un tiempo que exaltado, del momento. El mundo parece haber escapado a todo control y los objetos, a veces dotados de poderes mágicos y tenebrosos y otras convertidos en personificaciones de Moloch, adquieren vida autónoma. Para el artista expresionista, que busca representar no la realidad objetiva sino las emociones subjetivas y las respuestas que los objetos y los acontecimientos provocan en él, el arte cinematográfico, con su capacidad para ilustrar contrastes violentos o estados de ánimo turbados, mediante el juego del claroscuro y las sombras, se convertirá en un modo ideal de expresión. Las visiones provistas de un estado de ánimo vago y confuso no podían encontrar un vehículo más adecuado, concreto e irreal a la vez. Ya Nietzche había captado con antelación, en Así habla Zaratustra, el desasosiego y la inquietud de los tiempos : ¡Qué me importa mi sombra! ¡Que corra tras de mí! Huyo y escapo de ella... Pero cuando he mirado en el espejo, he dado un grito y mi corazón se ha alterado: pues no soy yo al que he visto, sino el rostro gesticulante del demonio[...]. El Golem; El gabinete del Doctor Caligari; Las tres luces; Nosferatu el vampiro; Doctor Mabuse, el jugador; Sombras; El último; Metrópolis; Fausto; Berlín, sinfonía de una gran ciudad; Espías; El ángel azul; Berlín Alexanderplatz; M, el vampiro de Düsseldorf y El testamento del Doctor Mabuse, ofrecen una muestra elocuente de, como señala Lotte Eisner en su libro La pantalla demoníaca, la eterna atracción de los alemanes hacia lo oscuro e indeterminado: El expresionista no ve, tiene visiones; la cadena de los hechos -fábricas, casas, enfermedades, prostitutas, gritos, hambre -no existe; tan sólo existe la visión interior que provocan. |
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