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Fórmula sexta
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El Correo, 11 de Julio de 2004
OLIMPIADA MATEMÁTICA INTERNACIONAL
SOCIEDAD
ITSASO ÁLVAREZ - BARCELONA Seis bachilleres españoles competirán en su destreza con los números con otros 500 estudiantes de 85 países en una prueba mundial que acogerá la ciudad de Atenas

LAS OLIMPIADAS
* Son concursos entre jóvenes talentos en matemáticas. Constan de tres fases con un nivel de dificultad creciente. Participan bachilleres menores de 19 años.
* Fase de Distrito o Local: Hay que resolver ocho problemas. Tres premios de 380, 285 y 220 €.
* Fase Nacional: Dos pruebas de cuatro horas y media cada una, para resolver seis problemas. A los seis primeros se les entrega diploma y medalla de oro; plata y bronce para el resto, hasta el puesto 18.
* Fase Internacional: Acuden los seis primeros de la Nacional. Las pruebas son similares, aunque más difíciles. Medallas de oro, plata, bronce y menciones especiales.

Algunos jurarían que el cono es el cuerpo geométrico que más pincha, que los números negativos se descubrieron cuando empezó a funcionar la Bolsa de valores y que dos más dos sumarán cuatro mientras el Gobierno no lo prohíba.

Y los que de verdad saben de geometría, cálculo y teoremas se echarán las manos a la cabeza. Sus neuronas se revolverán; invocarán a Pitágoras, a Ramanujan y a Thales; aplicarán la lógica y el raciocinio y tal vez recurrirán a guarismos o a fórmulas para argumentar, finalmente, con un discurso calculado, sin dar lugar a conjeturas y evitando toda incógnita; que las matemáticas, ese «ogro» de la Educación para tantos, merecen un respeto.

Entre los defensores de los números se erigirán Joaquim Serra, Maite Peña, Elisa Lorenzo, Miguel Teixidó, Fran Hernández y María Isabel Cordero, los seis estudiantes de Bachillerato que integran el equipo olímpico español de Matemáticas.

La próxima semana viajarán a Atenas para competir en talento y destreza con los logaritmos neperianos y las ecuaciones de tercer grado con otros quinientos bachilleres procedentes de 85 países. No parten como favoritos, están «algo peces» en geometría, pero sus profesores les consideran ya vencedores. «A los juegos mundiales llegan auténticos ‘cerebritos’. Nuestros chicos han pasado la criba de pruebas a nivel provincial y nacional», advierte María Gaspar, docente en la Complutense de Madrid.

La dificultad es parte del encanto. Pero las cifras cantan. En China, los ‘pitagorines’ llevan meses preparándose para la ocasión. Junto a los orientales, búlgaros y rumanos forman un triángulo equilátero, difícil de desequilibrar. Así ha sucedido en las convocatorias anteriores, que se suceden cada veinticuatro meses desde 1958 -la primera tuvo lugar en Rumanía-.

En todo este tiempo, España nunca se ha llevado el oro. Mereció la plata en una ocasión y medallas de bronce y menciones de honor en varias. ¿Posibilidades del actual equipo? Un enigma repleto de equis. «Aspiramos a resolver dos de los seis problemas de la prueba», avanza Miguel Teixidó, alumno en el Collegi Claver de Huesca, que se coló, con nota, entre los olímpicos.

La preparación

Han pasado unos días concentrados en la Ciudad Condal, ensayando ejercicios a la enésima potencia, aunque al examen de Atenas deberán enfrentarse de forma individual. La clasificación por equipos no es oficial. A cada estudiante se le asignará un número y una clase distinta. Se codearán con colegas de Rusia, Mongolia, Italia, México... El orden de los factores no alterará el producto final. «Habrá quienes se queden en blanco y los que consigan resolver buena parte del glosario. Para ellos, es una prueba asequible. Van preparados», insisten sus ‘entrenadores’.

Todos los años ha habido alguien que ha sumado 42 puntos; es decir, pleno, matrícula de honor y medalla de oro. En todo caso, será una experiencia a años luz de la nebulosa de conocimientos que reciben en el instituto.

«¿Coincidís conmigo en que las clases de ‘mates’ resultan aburridas?». Joaquim Serra, que quedó en primer lugar en las pruebas nacionales, se dirige a sus compañeros. Habla pausado, como masticando el pensamiento; matemáticamente.
«Es diferente enfrentarte a un problema que tiene su gracia, aunque no sea complicado, que a un ejercicio donde lo único que tienes que hacer es aplicar una fórmula de forma mecánica, sin enfrentarte a ningún reto». La cara de teorema que ponen sus compañeros evidencia que el grupo está más que de acuerdo con el barcelonés.

«Se trata de que todos lo entendamos y no queda más remedio que seguir el ritmo de la clase», opina Elisa Lorenzo. La joven, natural de Madrid, a quienes muchos de sus compañeros de clase le han pedido que «les lleve en mi maleta a conocer Atenas», habla de su afición por una materia más habituada a ser la causante de horribles pesadillas durante la Primaria y la Secundaria.

«Es como a quien le gusta el fútbol. Nosotros, como hobbie, en lugar de dar una patada a un balón...».
-«¡Damos la patada a un problema!».
Es Francisco Javier Hernández, que cursa segundo de Bachillerato en el IES Emilio Ferrari de Valladolid, quien acaba la frase de Elisa. Y hace reír a los otros seleccionados, que bromean: «No des ideas...». Aunque devotos de la ciencia exacta, son unos adolescentes como los demás.

Paridad en el equipo

El binomio formado por María Isabel Cordero, del Instituto Rodríguez Fabrés de Salamanca, y Maite Peña, del Colegio Portaceli de Sevilla, cierra el conjunto. Por primera vez en la historia del equipo nacional de Matemáticas, hay paridad: chicos=chicas. La primera reparte su talento para estudiar y aprender a partes iguales entre las matemáticas y las otras materias lectivas. «Es una máquina», comentan los chicos. La joven aún no sabe qué camino tomará. Los matemáticos suelen acabar en la docencia. «No me convence», dice.

Para Maite, son las segundas Olimpiadas Internacionales. A golpe de buenos resultados, esta sevillana es una excepción que disfruta con los problemas. Ya ha participado en concursos en Argentina, Tokio y numerosas provincias españolas, y casi siempre en compañía de su hermana melliza, que también ha heredado unas neuronas especialmente sensibles a las cifras. El año pasado no pudo quebrar a los mejorcitos -dos vietnamitas y un chino-, pero recibió una mención especial del jurado. Entonces, participaron cerca de quinientos estudiantes, los mismos que espera la capital griega del 9 al 18 de julio. «Allí se van a dar cita los científicos de este siglo. Es bueno que empiecen a conocerse», comenta la profesora y miembro del tribunal internacional María Gaspar.

Érase una vez una rana que quería atravesar un río...

La fórmula más sencilla para resolver un problema es separar lo esencial de lo banal, organizar la información y elegir el camino más adecuado. Éste es el secreto para afrontar las Olimpiadas Internacionales, que se convierten en algo más que un simple concurso. Por una parte, sirven para promocionar las Matemáticas y dotarlas de un contenido lúdico. Por otra, suponen para los profesores la actualización permanente de conocimientos y la búsqueda de problemas y contenidos nuevos y más atractivos. He aquí algunos de los problemas que ensayan estos días.

-Disponemos de un tablero de ajedrez al que se le quitan dos esquinas opuestas. Demostrar si es posible recubrirlo en su totalidad con fichas de dominó.
La solución la explica Maite Peña: «Las dos esquinas opuestas al tablero que se eliminan son del mismo color, con lo que quedan más casillas de un color que de otro. Por otra parte, hay que tener en cuenta que una ficha de dominó tiene la particularidad de que, la coloques donde la coloques, siempre cubrirá las mismas casillas blancas que las negras, porque es blanca y negra. Como el tablero tiene más casillas de un color que de otro, nunca se podrá cubrir con fichas de dominó. Siempre prevalecerá un color sobre otro».

-Una rana quiere cruzar un río dando saltos de piedra en piedra. En el primer brinco, se desplaza a la inmediata; en el segundo, salva tres de golpe; en el tercero, cinco. Es decir, la sucesión de los números impares. La rana puede ir en cualquiera de los dos sentidos, pero, una vez que empieza, no puede volver a la orilla. Demostrar que, al final de un número X de pasos, la rana llega a cualquier piedra.
Es el turno de Elisa Lorenzo: «Si ‘n’ es el número de piedras en el río, sólo podrá ser posible si supera el medio centenar».

EL CORREO quiso añadir uno. El grupo tardó segundos en resolverlo. Ahí va el enunciado:
-¿Cómo se escribe el cero en números romanos?
Tras unos momentos en silencio -a algunos les despista la pregunta-, es Elisa la que, de nuevo, plantea:
-«Los romanos no tenían nuestra numeración. Fueron los árabes».

 

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