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Un alavés galáctico
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El Correo, 24 de Mayo de 2004
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CIUDADANOS
JOSÉ A. ABÁSOLO - VITORIA Un vitoriano gana una medalla en el salón de inventos de Ginebra con el diseño de un reactor atómico

Salir de nuestro sistema solar y llegar a otras galaxias es posible según el vitoriano Jesús Arteaga. Este vigilante jurado, con estudios de Ingeniería, ha diseñado un reactor atómico capaz de impulsar una astronave hasta los límites del universo, un objetivo científico en el que los ingenieros de la Nasa trabajan hace decenios. Un jurado del Salón de las Invenciones de Ginebra acaba de aplaudir su teoría galardonándola con una medalla de plata.

Equipar a las naves espaciales con reactores similares a los de las centrales eléctricas, que aprovechan la energía que produce la rotura del núcleo de un átomo -fisión-, es una idea antigua en astronaútica. Los rusos ya intentaron hacerlo, pero desecharon el plan por el temor a originar una deflagración termonuclear en el espacio. Arteaga asegura que su ingenio elimina ese riesgo, ya que al actuar por la unión de dos núcleos atómicos -fusión- no existe riesgo de explosión.

El ingenioso guarda no se amilana cuando se le sugiere cómo es posible que él sólo haya descubierto cómo causar la fusión atómica, algo en lo que trabajan numerosos científicos. Indica que la fusión nuclear en la que se afanan esos sabios es la lograda por «elevación de temperatura» en aceleradores de partículas, y que la suya es la llamada fusión «fría», por atracción eléctrica.

El asombro que le causa a cualquiera la osadía científica de Arteaga no tiene límites cuando el joven afirma que ha desarrollado tan ingente empresa durante las noches de vigilia que ha pasado en garitas de vigilancia. Admite que su motor atómico para cohetes no está contrastado en laboratorio, por lo que falta por demostrar que funciona, pero afirma que nadie puede decir que no lo haga usando las leyes físicas y matemáticas actuales.

Es más, se atreve a añadir que su nave apenas consumiría energía, ya que estaría rodeada de un campo magnético que le liberaría de las leyes de la gravedad, por lo que podría desplazarse por el silencio sideral con un mínimo empuje. En fin, la guerra de las galaxias se queda corta.

 

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