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Emperadores de las matemáticas
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El País, 19 de Diciembre de 2004
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SOCIEDAD
JOSE REINOSO - Taipei En el año 1629, Xu Guangqi, un oficial de la dinastía Ming, fue nombrado ministro por el emperador después de haber resultado vencedor en una competición convocada entre tres escuelas -la china (Tatung), la musulmana y la occidental- para determinar quién podía predecir con mayor precisión la hora de un eclipse solar que debía ocurrir ese año. La aproximación occidental, representada por Xu -que había estudiado con el jesuita italiano Matteo Ricci-, fue la más acertada, y el científico chino recibió los honores del Hijo del Cielo.
En la estela de Xu, los estudiantes de secundaria de Hong Kong han sido los primeros clasificados del mundo en el apartado de matemáticas, según el Informe PISA 2003, que compara los resultados de las pruebas realizadas el año pasado a 275.000 alumnos de 15 años de 30 países de la OCDE y 11 asociados (Hong Kong está entre los asociados). La ex colonia británica -integrada en China en 1997, pero que funciona desde entonces bajo la fórmula un país, dos sistemas- ha logrado 550 puntos, seguida de Finlandia, con 544 (el primero entre los países de la OCDE), y Corea del Sur, con 542.

Un total de 4.478 alumnos de 145 escuelas de este territorio de siete millones de habitantes pasaron el examen de dos horas y media, en el que respondieron a preguntas prácticas como las que tendrán que afrontar algún día en la vida corriente. Se midieron cuatro áreas: cantidades, incertidumbres, espacio y formas, y cambios y relaciones. Y la tecnológica región china resultó vencedora.

¿Por qué? Según Ho Suichu, directora de PISA en Hong Kong, debido al sistema educativo: "Los profesores han trabajado muy duro para añadir a su enseñanza elementos aplicables a la vida diaria", ha dicho en la prensa local.

A este factor, se suma, según especialistas y pedagogos, la gran importancia que conceden el Gobierno y las familias a la formación en matemáticas y ciencias. "Los estudiantes aprenden a jugar con los números desde primaria. No multiplican cuatro por tres, suman tres veces cuatro. Y no se les permiten las calculadoras en clase", explica Way Ip, del departamento de Matemáticas Aplicadas de la Universidad Politécnica de Hong Kong. "A esto hay que añadir la gran importancia que se da al conocimiento científico".

Pero, según insiste este profesor de Estadística, uno de los factores clave es la fuerte presión a la que están sometidos los jóvenes. "Las familias aquí son diferentes a otros países. Quieren que los niños tengan los mejores elementos para estudiar, y les presionan mucho", dice.

La actuación de los adolescentes de Hong Kong en el estudio se caracteriza por otros dos factores. Por un lado, un gran porcentaje -el 30,7%- se situaron entre los dos primeros puestos, y por otro lado, a diferencia de la mayor parte de los países, no hay prácticamente diferencia entre las notas obtenidas por chicos y chicas.

Hong Kong no sólo ha destacado en matemáticas. En resolución de problemas ha logrado el segundo puesto, detrás de Corea del Sur, y en ciencia, el tercero, tras Finlandia y Japón. En lectura, sin embargo, ha ocupado el décimo lugar. Una posición que, según los profesores de la ex colonia, se explica por el hecho de que el Informe PISA da prioridad a la "lectura funcional", mientras que Hong Kong favorece en secundaria la "lectura literaria".

El éxito de los jóvenes asiáticos viene acompañado de un alto grado de exigencia. Tan sólo el 25% (el índice más bajo de todos los países) considera que ha obtenido un buen resultado en matemáticas. Mientras que entre los estadounidenses -los más optimistas-, que ocupan el centro de la clasificación, el 72% asegura haber logrado una buena puntuación.

Sin embargo, el brillante papel de los adolescentes hongkoneses lleva emparejado un gran desencanto con sus colegios. El 53% cree que su centro de enseñanza ha hecho poco para prepararles para la vida de adulto, y el 13% dice que acudir a clase ha sido una pérdida de tiempo. Esta negativa percepción de sus jerárquicas escuelas se debe, según los profesores, a que los estudiantes las perciben como "institutos de entrenamiento más que lugares a los que pertenecer". Una consecuencia del alto grado de exigencia escolar y familiar que viven los chicos y chicas. Ip lo resume: "Cuando los jóvenes de Hong Kong van al Reino Unido, sus compañeros de clase les dicen que tienen calculadoras en el cerebro. Desde que están en primaria, no tienen más opción que estudiar. Porque después puede ser demasiado tarde. Saben que tendrán que competir muy duro para entrar en las mejores universidades".

 

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