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"Quiero desmitificar la oposición entre razón y pasión"
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El País, 3 de Junio de 2004
63ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID
CULTURA
ROSA MORA - Madrid Guillermo Martínez (Bahía Blanca, Argentina, 1962) es doctor en Matemáticas y escritor. En Los crímenes de Oxford(Destino) ha combinado sus dos pasiones: la escritura y las matemáticas. Al principio, el lector puede sentirse un poco desconcertado. Los crímenes se plantean como un desafío intelectual. El asesino deja como pista una serie de símbolos lógicos, que sólo puede interpretar un matemático, Arthur Seldom, el protagonista de la novela, uno de los grandes maestros de la Lógica. Ha estudiado la prolongación filosófica de las tesis de Gödel de los años treinta -la distancia que hay entre lo verdadero y lo demostrable- y lo ha aplicado a la criminalística.
Frank Kalman, otro de los personajes, ha dedicado media vida a estudiar las reglas y juegos de lenguaje de Wittgenstein. Su obsesión, que lleva hasta más allá del límite, es averiguar qué queda de la razón cuando la razón no está vigilante. Y hay más: la demostración del teorema de Fermat, el principio de la navaja de Ockam... Sí, el lector puede sentirse un poco asustado pero antes de que se dé cuenta se ve inmerso en una intriga, en la más pura tradición inglesa, que le llevará a un sorprendente final.

"He querido desmitificar la oposición que existe entre razón y pasión. En el desarrollo de la novela se puede comprobar que lo intelectual tiene un lado pasional y que la pasión tiene también algo de lógica", afirma el escritor. "No se necesita ningún tipo de conocimiento para leer este libro".

Teoremas y series lógicas aparte, "hay en un romance, partidos de tenis, mucha conversación y, claro, también mi pasión por las matemáticas". "En la investigación del teorema de Fermat, por ejemplo, hay una parte de romanticismo".

Un estudiante argentino, graduado en Matemáticas, viaja a Oxford con una beca para estudiar Lógica durante un año. Apenas 15 días después de su llegada, la señora Eagleton, la propietaria de la casa donde se aloja, aparece asesinada. Ha sido asfixiada con una almohada. El estudiante es el narrador sin nombre de la novela, un narrador que aparece ya en anteriores novelas de Martínez. "Su mirada coincide con la mía en distintas épocas de mi vida".

Seldom recibe una nota, en la que aparece un círculo. Habrá más muertes y más símbolos: un pez, un triángulo... Seldom acepta el desafío e investiga con el estudiante. Se trata de una serie de crímenes casi imperceptibles, algunos podrían pasar por muerte natural o por accidente. El crimen perfecto. ¿Existe? "Es el que se resuelve con un culpable equivocado". Así, sólo con parte de la verdad, cierra el caso Petersen, el minucioso e implacable policía. Pero la novela continúa. El lector comprobará que, como explica Guillermo Martínez, "todo el edificio intelectual construido en la novela se basa finalmente en una cuestión de sentimientos".

Martínez aborda con ironía el tema de los asesinatos en serie. "Frente a las películas de Hollywood, que cada vez son más cruentas y en las que se presentan escenas horrorosas de descuartizamientos y otras barbaridades, yo he querido tratarlo de la manera menos sanguinaria posible, crímenes casi abstractos".

Guillermo Martínez leyó de adolescente toda la colección El Séptimo Círculo, que publicó en Argentina Emecé, dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Se interesó más por la línea inglesa, la del enigma tipo Sherlock Holmes. "Ahora leo a Patricia Highsmith"; y no descarta escribir en el futuro una novela negra. "Una vez dije que nunca escribiría una novela policiaca, y ahí está Los crímenes de Oxford".

Es su tercera novela. "La idea fue desarrollar una analogía entre las investigaciones del teorema de Gödel y los crímenes en serie". La primera, Acerca de Rodeder, "es un thriller filosófico, sin crímenes, a partir del mito fáustico". En la segunda, La mujer del maestro, recreó el mito de Prometeo. Es autor también de un ensayo, Borges y las matemáticas.

 

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