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72. (Junio 2013) Cómo la Tortuga combatió a Aquiles, de Jacques Roubaud |
Escrito por Marta Macho Stadler (Universidad del País Vasco) |
Viernes 14 de Junio de 2013 |
En Vers une oulipisation conséquente de la littérature1, Jacques Roubaud2 escribe: La literatura universal, es importante recordarlo, está colmada de plagiarios por anticipación3 de OuLiPo4. Pero sus obras, a menudo creadas en la ignorancia más o menos dada de los principios oulipianos, presentan serias imperfecciones. Es urgente remediarlo. El autor presenta entonces dos ejemplos de lo que él denomina ‘casos típicos’: sólo nos centraremos en el segundo de ellos, que Roubaud introduce del siguiente modo: Nuestro segundo ejemplo es más doloroso. En un célebre artículo de 1895, What the Tortoise said to Achilles, Lewis Carroll presentaba a los deslumbrados lectores de la revista Mind su conocida paradoja lógica, conocida bajo el nombre de la Paradoja de Carroll. Pero, por una aberración que no conseguimos explicarnos, la aplicaba sobre proposiciones relativas a triángulos isósceles (se trata, quizás de una confusión con la “traba de las palabras isósceles” de Marcel Bénabou5 (¿?) que no tienen nada que hacer en un ejemplo genérico, lo debemos reconocer). El genial autor de Alicia y La caza del Snark, normalmente plagiario minucioso pero por una vez distraído, ¡había perdido la perfección oulipiana! A modo de agradecimiento a nuestro amigo Mr. Goodman, que ha llamado nuestra atención sobre esta “simpleza” del reverendo, hemos compuesto esta pequeña obra, en la que hace el papel de espectador. Y tras este preámbulo, comienza la obra Cómo la Tortuga combatió a Aquiles. Los personajes son: Mr. Goodman, Aquiles, la Tortuga, Ottoline (la sirvienta del salón de té) y la Liebre. En la escena 0, Mr. Goodman explica cómo ha viajado ese día a Cambridge para asistir a un curso de un famoso filósofo, y se ha quedado dormido cerca del río Cam… y comienza a soñar. En el primer acto –estamos dentro del sueño de Mr. Goodman– Aquiles se burla de la Tortuga aludiendo a su obvia supremacía en términos de velocidad… mientras toman una taza de té servidos por Ottoline. En el segundo acto, la Tortuga ya comienza a defenderse, confundiendo a Aquiles con sus lógicos argumentos. Destaco algunos extractos6: TORTUGA: No quisiera desanimarte, pero quiero hacerte ver que las más altas autoridades de la filosofía y de la lógica no te son muy favorables. Aristóteles en su Física, VI, 9, 239, b, 14, si no me engaño, ha escrito “El más lento no será nunca alcanzado en la carrera por el más rápido, upo tou tachistou; pues es necesario que el perseguidor, to diaukon, alcance primero el punto del que ha partido el perseguido to pheukon, de manera que es necesario que el más lento, cada vez, realice algún avance.” Para decirlo todo, el campeón de la velocidad, to tachiston no puede alcanzar al campeón de la lentitud, to bradutaton. AQUILES: Si, pero no tiene nada que ver contigo ni conmigo. Aristóteles sólo razona sobre figuras abstractas. […] TORTUGA: Pero no sólo es Aristóteles. Simplicio, en su Física: “No sólo Héctor no será alcanzado por Aquiles, sino que la Tortuga no lo será.” ¿No te acuerdas del día en el que no pudiste alcanzar a Héctor? Homero estaba allí y nos describió la escena en su Ilíada. Aquiles se coloca su maillot, en el que puede leerse la palabra ALFA. La Tortuga se quita el chándal y sobre su camiseta se lee la palabra TAU. Sus papeles pasan a ser ahora los de dos deportistas dispuestos a realizar la carrera. TAU: Por supuesto, yo salgo la primera. ALFA: ¿Y por qué? TAU: Idiota, ¿cómo esperas alcanzarme si eres tú el que sale el primero? Por mi, está bien, pero en este caso, se puede decir inmediatamente que has perdido la carrera. ALFA: Tienes razón, tienes razón. Tú empiezas. Te doy toda la ventaja que quieras, cincuenta metros, noventa, como quieras. TAU: Noventa y nueve metros estarían bien. MR. GOODMAN: Hurga en su bolsa y saca un objeto que no puedo distinguir demasiado bien. ALFA: ¿Qué es eso? TAU: Es un cuaderno. ALFA: Ya veo que es un cuaderno, pero ¿por qué te hace falta un cuaderno para correr los cien metros? TAU: Escucha. Sé que tienes prisa, tienes un montón de carreras por correr, y como soy la Campeona de la Lentitud, para recorrer noventa y nueve metros me va a hacer falta un buen montón de tiempo. Comienza el tercer acto: TAU: Me das pena, renuncio, te declaro vencedor. ALFA: No creo lo que estoy oyendo. Es cierto. Reconoces que corro más deprisa que tú y que en esta carrera, si tuviera lugar y te diera una ventaja de noventa y nueve metros, te alcanzaría antes de llegar a la línea de meta. TAU: Si, si. Sólo hay una pequeña formalidad, quiero concederte todo lo que dices, pero no quiero pasar por una idiota a los ojos del señor Aristóteles, del señor Simplicio y de todos los que han abundado en sus sentidos. Tienes que demostrarme, tan lógica como necesariamente, en virtud de las hipótesis, que debo ser necesariamente vencida en nuestra carrera, si tuviera lugar. Escribiré el razonamiento en mi cuaderno, lo firmarás, y nos quedaremos tranquilos. ALFA: Si no es más que eso, es muy fácil. TAU: Bueno, pongamos todo esto en forma. Designemos por (A), si te parece, la siguiente proposición: ALFA: No hay la menor duda respecto a este tema. Un alumno de primer año de High School, en cuanto las High School se inventen, es capaz de entender un tal razonamiento. TAU: Supongamos sin embargo que alguien no acepta la validez de las proposiciones (A) y (B); estará de todos modos obligado a reconocer que el razonamiento que acabo de realizar es correcto y que si (A) y (B) (aunque no las admita) fueran ciertas, entonces necesariamente (Omega) también lo sería. ALFA: Es cierto, oh sabia Tortuga, que si un tal individuo existiera, le veo muy bien diciendo: Acepto la proposición “Si (A) y (B) son ciertas, entonces (Omega) es también cierta”, aunque no acepte la veracidad de (A) y (B). Pienso sin embargo que un tal individuo debería abandonar la lógica, y dedicarse al rugby. Y esto no es un anacronismo; todo el mundo sabe, o debería saber, que hemos sido nosotros, los Antiguos Griegos, los que hemos inventado el rugby. Aligeremos, que tengo prisa. MR. GOODMAN: Esto sí que es sorprendente, no sabía que los Antiguos Griegos habían inventado el rugby. TAU: Un poco de paciencia. O déjame que corra los noventa y nueve metros. ALFA: Sin duda, pero a este individuo le aconsejaría aún más irse a jugar al rugby. TAU: Y cada uno de estos individuos hipotéticos, ¿no se encuentra en la necesidad absoluta de aceptar (Omega) como cierta? ALFA (con sospecha de ironía) En verdad, Tortuga, has hablado con sabiduría. TAU: Very well; te pido que me consideres como un individuo de la segunda clase y que me fuerces a aceptar lógicamente la verdad de (Omega). ALFA (soñadoramente) ¿Puede jugar una tortuga al rugby? Me pregunto qué puesto se le podría dar en el equipo; un tres cuartos ciertamente no, ¿pilar, quizás? TAU: Esa no es la pregunta. ALFA: En resumen, aceptas (A) y (B) como ciertas pero no… TAU: Acepto la siguiente proposición (C): ALFA: Debo pedirte que aceptes (C), lógicamente no puede ser de otra manera. TAU: Es cierto; pero antes te invito a que escribas todo esto en tu cuaderno como yo hago en el mío. ¿Qué hay en tu cuaderno? […] ALFA (enrojeciendo ligeramente) Sólo es un cuadernito en el que anoto mis batallas. TAU: Veo que hay aún muchas páginas en blanco. Por favor, anota en tu cuaderno las proposiciones (A), (B), (C) y (Omega). ALFA: ¿Por qué (Omega)? ¿No sería mejor llamarle (D)? Esta proposición viene después de (A), (B) y (C) y si aceptas (A), (B) y (C), debes aceptar necesariamente que se deduce (D). TAU: ¿Y por qué debería hacerlo? ALFA: Porque se deduce lógicamente de (A), (B) y (C); ¿no negarás esto, espero? TAU: No, no; es evidente lógicamente; pero supón que existe alguien que, admitiendo (A), (B) y (C) niega que se deduzca (Omega). Se puede suponer la existencia de un tal individuo, aunque lo consideres particularmente obtuso, ¿no? ALFA: Si, ciertamente. TAU: Bueno, “just for the sake of our argument” como dirían los ingleses, si soy un tal individuo, si quieres que acepte (Omega), deberías forzarme a admitir la veracidad de ALFA: Si. Mr. Goodman percibe una sombra de tristeza en su voz. En ese momento un pato le tira del pantalón para preguntarle, educadamente, si era cierto que un japonés afirmaba haber casi demostrado el Gran Teorema de Fermat, como uno de sus colegas había leído en el Times, Mr. Goodman se despierta y ve que Aquiles y la Tortuga habían desaparecido.
La obra termina con la escena 00, en la que se explica que unos meses más tarde Mr. Goodman vuelve a estar de paso por Cambridge, de nuevo se tumba cerca del Cam y se duerme. Esta vez sueña con Aquiles, la Tortuga y la Liebre. Aquiles y la Liebre están sentados sobre el caparazón de la Tortuga y escriben en unos cuadernos, aparentemente bastante llenos, mientras la Tortuga dice: TORTUGA: ¿Habéis anotado la etapa de vuestro razonamiento, la seis millones setecientos noventa y nueve mil ochocientos diecisiete-ésima, si no me equivoco? Si es verdad que “si es verdad que… si es verdad que… si es verdad que…” Mr. Goodman se despierta de repente, lamentando no saber finalmente quien ha resultado ganador. Ottoline le saca de dudas: OTTOLINE: La Tortuga ha ganado por ‘tirada de toalla’ en la etapa 1014+1. Ha sido en la Court Circular esta mañana. ANEXO: Se reproduce debajo el texto íntegro de Lewis Carroll –el aludido por Jacques Roubaud en su introducción– en el que introduce esta paradoja lógica. Es interesante comparar ambas versiones. Lo que la Tortuga le dijo a Aquiles7 Aquiles había alcanzado a la tortuga y se había sentado cómodamente sobre su caparazón. Aquí el narrador, que tenía urgentes negocios en el Banco, se vio obligado a dejar a la simpática pareja y no pasó por el lugar nuevamente hasta algunos meses después. Cuando lo hizo, Aquiles estaba aún sentado sobre el caparazón de la muy tolerante Tortuga y seguía escribiendo en su libreta de apuntes que parecía estar casi llena.
Notas: [1] Bibliothèque Oulipienne no. 41, 1990. [2] http://www.oulipo.net/oulipiens/jr [3] François Le Lionnais, Le Second manifeste en [Oulipo, La bibliothèque oulipienne II, Paris, Ramsay, 1987]. [4] OuLiPo –Ouvroir de Littérature Potentielle– se creó en noviembre de 1960 a iniciativa de Raymond Queneau –un hombre de letras con gusto por las matemáticas– y François Le Lionnais –un hombre de ciencias, con gusto por la literatura–, y secundados por un grupo de escritores, matemáticos y pintores. OuLiPo rechaza la inspiración como única fuente de creatividad –se desmitifica el trabajo literario, convirtiéndolo en una tarea artesanal–: la restricción –la traba– es el motor creativo. http://www.oulipo.net/ [5] http://www.oulipo.net/oulipiens/mb [7] Extraído Jorge Romero Gil, La lógica de Lewis Carroll: la tortuga y Aquiles, http://suite101.net/article/la-logica-de-lewis-carroll-la-tortuga-y-aquiles-a62648 [8] http://en.wikipedia.org/wiki/What_the_Tortoise_Said_to_Achilles |
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