Septiembre 2009: Estrategia V. La leyenda del número asesinado (Educación Primaria) |
Escrito por Faviola Lorena Morales Morales (Durango, Dgo. México) | |||||||||||||||||||||||||||
Martes 01 de Septiembre de 2009 | |||||||||||||||||||||||||||
“Leyenda del número asesinado en la oscuridad” La historia se desarrolla en el año 906 en la pequeña ciudad de Numerilandia, lugar característico por sus grandes casas y calles estrechas. En la ciudad antes mencionada habitaba una familia muy peculiar; la familia cien, que llamaba la atención por sus numerosos integrantes. Esta familia estaba compuesta desde los tatarabuelos hasta los tataranietos, los primeros se situaban en el primer piso de la casa por ser viejos y no poderse mover con facilidad, ellos eran el 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99 y 100 que era el más viejo de la casa, incluso le ganaba por un año a su esposa 99. En el segundo piso de aquella residencia dormían los bisabuelos que eran una decena, desde el 81, pasando por el 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89 y hasta llegar al 90, ellos no eran tan grandes como los del primer piso pero si eran de los mayores de la casa. Así al llegar al tercer piso se podía apreciar a los abuelos; el 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 79, 80, los cuales a pesar de no ser tan viejos ya tenían sus canas y se consideraban también de los más grandes. De manera tal que cuando se iba subiendo el 2do, 3ero, 4to, 5to, 6to, piso los números eran más jóvenes que los del piso anterior y por lo tanto menores que ellos, y al llegar al último piso en donde se encontraba el más chico de la casa, el 1, y sus hermanitos de los cuales 10 era el mayor. En esta casa tan poco común, todos se llevaban muy bien, incluso habían adoptado como de la familia al mayordomo cero, pese a que cero no tenia valor para la gente de fuera, cero era muy valioso para sus patrones y le tenían un gran aprecio. Bueno, sin hacer más largo el cuento, un buen día, en la oscuridad de una noche de viernes 13, entró a la casa de la familia cien un ladrón, que pretendía robarse algunos números para sumarlos y hacerlos más grandes y así poderlos vender en una ciudad aledaña. Esa noche la familia había tenido una gran fiesta y entre sumas, restas, multiplicaciones y divisiones muy rítmicas, todos habían caído muertos de cansancio, así que nadie oyó entrar al ladrón. Éste entró por el cuarto del número más pequeño... el 1 pero no le tomó importancia ya que era muy pequeño y no valdría mucho... El ladrón bajo del piso 10 al 9 al 8, pues pretendía llegar al primer piso y robarse a la decena de tatarabuelos pero no tuvo mucho éxito pues en el piso siete el número 38 se había levantado por un vaso de leche y sorprendió al ladrón, pero del susto al número 38 le dio un paro cardiaco y murió inmediatamente. De igual forma al ver el escenario el ladrón salió atemorizado de la casa y desapareció de Numerilandia para siempre. Al día siguiente en la casa todos lloraban mucho, pero con el tiempo encontraron una solución para no extrañarlo tanto y en el lugar que antes ocupaba el 38 pusieron al 37 y al 1 que sumados hacen el 38.
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