151. Mozart y la ballena
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Escrito por Alfonso Jesús Población Sáez   
Martes 05 de Mayo de 2020

Con este singular título, encontramos un nuevo joven con patología Asperger con la facultad de hacer mentalmente operaciones aritméticas de números grandes.

Ficha Técnica:

Título Original: Mozart And The Whale. Nacionalidad: EE. UU., 2005. Dirección: Petter Næss. Guion: Ronald Bass, inspirado en la historia real del matrimonio Jerry y Mary Newport. Fotografía: Svein Krøvel, en Color. Montaje: Lisa Zeno Churgin y Miklos Wright. Música: Deborah Lurie. Duración:  94 min.

Mozart y la ballenaFicha artística:

Intérpretes: Josh Hartnett (Donald Morton), Radha Mitchell (Isabelle Sorenson), Gary Cole (Wallace), Sheila Kelley (Janice), Erica Leerhsen (Bronwin), John Carroll Lynch (Gregory), Nate Mooney (Roger), Rusty Schwimmer (Gracie), Robert Wisdom (Blume), Allen Evangelista (Skeets).

Argumento: Comedia dramática, inspirada en la vida de dos personas con Síndrome de Asperger. Donald es un taxista afable pero desafortunado, con un desmedido amor por las aves y una habilidad excepcional para los números. Al igual que otras personas con Asperger, le gustan los patrones y las rutinas. Cuando la guapa, pero complicada Isabel se une al grupo de apoyo para el autismo que lidera, su vida y su corazón se vuelven del revés.

Comentario

No conozco a fondo la patología Asperger, no sé si todos los que la padecen poseen unas capacidades excepcionales e innatas por el cálculo y las matemáticas, pero desde luego a todas las películas y novelas que conozco con protagonistas que la tienen, les adjudican esas facultades. En este caso se trata de una película que no se estrenó comercialmente en España en salas, pero si llegó a nuestras manos la edición en DVD con el desafortunado título (a mi juicio) de Locos de amor, el título alternativo que la productora barajó inicialmente, Crazy in love. En las referencias que se pueden encontrar en internet se indica que es una película que se utiliza con frecuencia como preámbulo a conferencias y charlas sobre Asperger, aunque también se menciona esa idea de que no todos son necesariamente buenos con las matemáticas. De hecho, Isabelle con lo que es excepcional es con la música, siendo capaz de escribir la partitura completa de una melodía sólo con escucharla una vez, de manera que lo que parece es que cada persona con este tipo de disfunción se centra en un tema concreto.

Mozart y la ballenaLa referencia al concepto “números” aparece citada muchas veces a lo largo de la película, tal y como cabía esperar por lo comentado en el argumento. Se les cita, parafraseando a Alan Turing, en que uno puede contar con los números, mejor que con las personas, ya que no te traicionan. Por supuesto el protagonista es capaz de contar el número de las cosas más inverosímiles, saber la cantidad exacta (“llevo 7 días 9 horas y 37 minutos trabajando en esta compañía”) y sacar conclusiones a partir de esas apreciaciones. Se mencionan los números primos, Donald explica cómo factoriza los números (para hacerlo dice que sólo necesita visualizarlos: en el parque de atracciones, con 589, visualiza el número y explica a Isabelle cómo empieza a dividir por todos los factores primos hasta que llega a 19 y en ese momento el número “se rompe” en dos, el 19 y el 31), e indica cómo echar esas cuentas le ayudan a tranquilizarse en los momentos en que algo le desquicia.

En una de las primeras escenas de la película, Donald, el protagonista, se queda obnubilado ante un microondas según van pasado los minutos y mostrándose los números en el contador que tienen estos electrodomésticos. En un momento dado, al aparecer el número 48 indica: “El 48 es interesante porque si sumas 4 y 8 te da 12, y si inviertes el 4 y el 8, tienes 84. Si restas 84 menos 48, obtienes 36, que son todos múltiplos exactos de 12”. Mozart y la ballenaEn ese momento los segundos son 36 (imposible recitar todo lo anterior en tan pocos segundos, pero, bueno, es una película), y continúa relatando ante el entusiasmo de una compañera: “Y el 36 es interesante porque sumando 3 y 6 da 9; si los inviertes tienes 63, y si le restas 36 da 27, que son todos múltiplos exactos de 9”. Y continuaba con otro número, hasta que lo que sucede a su alrededor le hace volver a la realidad

El guionista ha seleccionado esta propiedad de esos números concretos, como algo llamativo para el público (podía haber seguido con que, si restas 36 de 48 también resulta 12, un nuevo múltiplo del propio 12, pero, como en otras películas, no se ahonda en todas las posibilidades, seguramente por no cansar al espectador, o no le abrume y desconecte), aunque podía haber escogido cualquier otra, porque todos los números tienen su particularidad, de modo que no debe resultarnos demasiado especial. Así, 48 es el número más pequeño que tiene diez divisores, o 36 es el número no trivial más pequeño que es a la vez cuadrado y triangular, por citar una de sus muchas propiedades relacionadas con la aritmética elemental, como la citada en la película.

En otra escena, cuando Donald recuerda cómo era de niño, narra el momento en que se le acercaron otros niños preguntándole: “¡¡Rápido!! ¿Cuántas son 5589 por 3972 dividido por 17?”  Inmediatamente él responde “1305853 coma 411, etcétera”. Ellos casi no tienen tiempo de abrir “la chuleta” con el resultado apuntado. “¿Lo veis?, os lo dije”, indica un niño de la edad de Donald a esos otros mayores. Pero Donald está ausente de lo que pasa y sigue “a su bola”: “Cuando MacDonald’s dice que ha servido trece millones, tampoco es para tanto. Sólo cuarenta y tres personas por visita y año. Una cada ocho coma cuarenta y nueve ... días”.

Cuando vuelve a su casa (vive solo), un auténtico caos con todo desordenado y con montones de cosas por todas partes, habla en voz alta con los seis pájaros que tiene, y trata de auto convencerse de que la nueva chica que ha aparecido por la asociación de autistas a la que asiste y que él mismo fundó, es ideal para él: “Se llama Isabelle Sorenson. Su nombre y apellido tienen ocho letras; los míos tienen seis Nos traerá suerte. Al poner el microondas en su casa, “3.22, otra buena señal. Porque multiplicado por tres son los días que me lleva. Es 966 días mayor que yo”.

En otro momento, cuando se encuentra con Isabelle en un zoo, después de que ella consiguiera comunicarse con un mandril, Donald la hace el siguiente razonamiento: “¿Sabes? Un mandril emplea 2 horas al día comiendo. Si te paras a pensarlo, son 2628000 segundos al año comiendo, lo cual sólo le deja 28 millones 908 mil segundos al año sin comer”. Ella se ríe. “¿Sabes? No hago números todo el rato. Puedo olvidarme de ellos”. Isabelle le responde: “Pues no lo hagas. Me encanta que lo hagas”. Él entonces admite que es lo mejor, porque no lo controla. Ambos son conscientes de que son autistas y no son normales.

Abundan las referencias numéricas, todas ellas aritméticas, de operaciones elementales. Cito un par más. En una fiesta de Halloween, Isabelle convence a Donald para que se disfracen e ir al centro comercial, donde pasarán desapercibidos porque todos irán disfrazados. Él empieza a arreglarse 9 horas y 23 minutos antes de la hora a la que han quedado, pero como no se decide y duda de todo, no acude a la cita cuando ya se ha disfrazado (de ballena, por cierto, por eso el título de la película). Isabelle, por su parte, lo espera pacientemente en el centro comercial disfrazada de Mozart, y un poco enfadada, acaba por presentarse en su casa. A pesar de lo intempestivo de la hora, lo convence para ir al centro, y al bajar del autobús, Donald la explica en qué pensaba cuando se le pasó la hora: “Iba a coger el autobús 303 en lugar del 809, pero, entonces pensé que 303 al cuadrado eran 91809 y que las tres últimas cifras son las mismas que el 809, de manera que ya no sabía cuál iba a coger”.

Mozart y la ballenaPor supuesto también efectúa operaciones con las matrículas (eso lo hacemos casi todos cuando nos aburrimos, como entretenimiento; Donald como terapia). Con la de Washington CCXV127 que vemos en la imagen, indica: “Si las letras son números romanos, 215; si sumas uno, 216, seis al cubo, y el 27 es tres al cubo”. El vagabundo que lo escucha, alucina literalmente. Por ello, esa matrícula le resulta también interesante, como los números del principio. Utiliza el adjetivo “interesante” para todas aquellas cifras en las que encuentra una pauta, una cierta regularidad.

Aparte de su relación con los números, la película describe con sensibilidad y realismo los comportamientos de este tipo de personas, y denuncia el abandono y desinterés de la sociedad por ellos (el protagonista toma la iniciativa de formar el grupo para relacionarse con otras personas, para no estar solos). Y yendo juntos, llaman en determinados momentos la atención. Sin embargo, ninguna otra persona parece relacionarse, ni para bien ni para mal con ninguno de ellos. Aunque en ocasiones las personas con esta patología parezca que son insensibles al sufrimiento y los reveses de la vida, la película trata de mostrarnos que sí tienen esos sentimientos y sufren como cualquier otra persona, aunque no lo exterioricen. Es una película amable (aunque no elude algún tema duro, como la mención a una violación o enfermedades como la leucemia), y se ve con agrado. Su principal inconveniente está en ser la enésima película con este tipo de argumentos, lo que puede haber saturado un poco la oferta sobre estos temas.

Mozart y la ballenaEl guion fue escrito por Ron Bass, que también escribió el de Rain Man (Barry Levinson, EE. UU., 1998), película en la que uno de sus protagonistas también era autista y que tuvo mucho éxito mediático con cuatro Óscar® de ocho nominaciones. En esta ocasión, al parecer el guionista se inspiró en un artículo publicado en Los Ángeles Times en 1995, sobre el matrimonio Jerry y Mary Newport. En la imagen, la portada del libro en el que posteriormente contaron su historia. En la otra el verdadero matrimonio Newport el día de su boda. Ambos mantienen cuentas en redes sociales para dar testimonio y concienciar a la sociedad sobre la certeza de que es posible llevar una vida normal como cualquier otra persona

Mozart y la ballenaLa película se planificó para que la dirigiera Steven Spielberg con Robin Williams y Téa Leoni en el reparto. También se propuso el papel de Isabelle a Rachel Weisz (la Hipatia de la película Ágora), pero otros compromisos hicieron que ninguno de ellos pudiera hacerse cargo de lo ideado. Al final se hizo cargo el afamado (en su país) director noruego Petter Næss, siendo su debut en los Estados Unidos. Una última curiosidad: En un episodio de Los Simpson titulado Una cosa divertidísima que Bart no volverá a hacer (A Totally Fun Thing Bart Will Never Do Again, episodio 19, temporada 23, en el año 2012) aparece un personaje denominado Baby Whale Mozart, en clara referencia a esta película.

Como en cursos anteriores, el mes de junio está a la vuelta de la esquina, y todos, este año más que nunca, estaremos bastante ocupados, con evaluaciones, fin de curso, etc. Por ello, nuestra cita para el próximo mes será a finales de junio, y también como otros años, con la propuesta de un nuevo Concurso del verano en el que habrá que adivinar la enigmática película que se oculta tras una serie de pistas y ejercicios sencillitos de matemática básica (algunos no tan sencillos). Hasta ese momento, disfrutad del fin de confinamiento, y de curso, y que las calificaciones que alcancéis los que os examinéis os permitan jugar y disfrutar con la propuesta y ver cine tranquilamente.

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