La novela de culto de los informáticos
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La Vanguardia, 10 de Julio de 2002
Narrativa
LIBROS
ÀLEX BARNET "Criptonomicón", una extensa trilogía que combina suspense, periodismo y ciencia ficción, inesperado best-séller y obra que recomienda y regala la gente relacionada con la informática

El autor de "Criptonomicón" es un novelista y periodista especializado, que antes había publicado algunas novelas con la etiqueta ciberpunk
Son abundantes las referencias sobre sistemas criptográficos, vigilancia electrónica y el sistema Finux


Neal Stephenson "Criptonimicón"
En tres volúmenes:
"Código Enigma", 380 páginas
"Código Pontifex", 350 páginas
"Código Aretusa", 347 páginas
TRADUCCIÓN DE PEDRO JORGE ROMERO
17,3 EUROS CADA TOMO
COLECCIÓN NOVA. EDICIONES B


La criptografía es una ciencia emparentada con las matemáticas que trata de la codificación de mensajes para mantener su contenido en secreto ante observadores no deseados. Su historia es anterior al mundo de los ordenadores, pero es con éstos cuando empieza a ser un tema más conocido. De la criptografía se sabe que es crucial en el ámbito militar y que los mortales comunes oyen hablar de ella de tanto en tanto, generalmente a raíz de las discusiones entre los gobiernos, partidarios de controlar su uso público, y las organizaciones que defienden el derecho de los ciudadanos a encriptar sus mensajes electrónicos en el emergente mundo digital.

Todo esto sirve para explicar que "Criptonomicón", la novela de Neal Stephenson sobre el mundo de la criptografía, presenta un tema de moda entre un cierto público, mayoritariamente formado por usuarios avanzados de ordenador y aspirantes al adjetivo "hacker". Un término que Pekka Hinamen en su libro "La ética del hacker" reivindica para usuarios con amplios conocimientos de informática y deseos de que ésta desempeñe un papel socialmente igualitario y enriquecedor. Y enriquecedor, en este caso, no significa, precisamente, añadir ceros a la cuenta de Bill Gates, Microsoft y compañía.

Queda por explicar cómo esta novela de novecientas páginas en la edición inglesa (más de mil en la castellana), que en buena medida es un vehículo para explicar el papel determinante que la criptografía desempeñó en la Segunda Guerra Mundial y el que puede ejercer en el mundo globalizado e interconectado, se convierte en un éxito de ventas.

En Norteamérica, además de ser un título de referencia para su público natural -"la novela de culto de los ‘hackers’", señala la publicidad-, "Criptonomicón" ha figurado en las listas de éxitos de Amazon, compitiendo incluso con Harry Potter. En el resto del mundo, la novela ha sido traducida a varias lenguas ocasionando a menudo versiones repartidas en tres tomos, como en el caso de Francia y España. Y su autor, Neil Stephenson, novelista y periodista especializado en informática, que antes había publicado algunas novelas con la etiqueta ciberpunk, se ha hecho famoso.

La clave que explica este éxito es el talento del autor como narrador. Stephenson ha construido un artefacto narrativo atípico y difícil de etiquetar, pero efectivo. Su "Criptonomicón" es un tecno-thriller narrado con brío, originalidad, conocimientos técnicos y un notable sentido del humor. Este toque humorístico es una característica esencial de la narración. Stephenson, basándose en hechos y personajes reales, edifica una ficción absorbente y ocasionalmente brillante que le permite contar la importancia de las modernas tecnologías de la información mientras narra una historia de personajes reales, contradictorios y humanos.

El autor combina dos grandes tramas. Una, en el pasado, explica las vicisitudes de los equipos de inteligencia aliados que descifraron el código alemán Enigma. Y otra, situada en la actualidad, narra las peripecias de una compañía de la nueva economía que quiere montar un paraíso de datos y de dinero electrónico libre de controles en un sultanato independiente. El nexo entre ambas tramas son el poder de los códigos secretos, la aventura, el dinero, el amor, la tecnología, las obsesiones personales y lo que podemos llamar la eterna comedia humana. Aquí esta comedia está servida a través de la mirada irónica, tierna o dura con que el autor observa la capacidad de sus personajes para ser indistintamente patéticos y épicos.

El autor utiliza personajes y situaciones reales, como el general norteamericano MacArthur, el almirante japonés Yamamoto, el científico británico Alan Turing, uno de los precursores de la informática, o Blenchley Park, el cuartel general desde donde los británicos descifraron el código de Enigma. Y los mezcla con elementos ficticios o totalmente distorsionados. Su visión de la guerra es cruel y delirante como la guerra misma. Y el mundo de los nuevos negocios de la alta tecnología está explicado por alguien que sabe perfectamente cómo funcionan los castillos de naipes impulsados por Silicon Valley y el Nasdaq.

La novela tiene numerosos puntos técnicos. Incluye abundantes explicaciones sobre sistemas criptográficos, detalles sobre sistemas de vigilancia electrónica, sesiones de correo electrónico y bastantes referencias a Finux, una alusión a Linux, el sistema operativo de código abierto en la vida real creado por el finlandés Linus Torvalds como alternativa a Windows y que está en la onda de Stephenson y su público. Estos datos técnicos cumplen su papel en la obra, pero cada lector puede entenderlos a su manera, sin que eso altere demasiado el valor global de la novela.

Con todo, Stephenson consigue sus mejores momentos gracias a una galería de personajes, generalmente masculinos (algo que también encaja con el perfil de su público) y que siempre tienen algo de desarraigados y desplazados. Lawrence Waterhouse es un músico vulgar con grandes dotes matemáticas que descubre que su cerebro sólo funciona al cien por cien cuando él está sexualmente satisfecho. Bobby Shaftoe es un marine patán y adicto a la morfina que acaba enrolado en un comando de elite que recorre la Segunda Guerra Mundial colocando piezas falsas para que alemanes y japoneses no descubran que los aliados han roto sus códigos secretos y conocen sus movimientos. Enoch Root es una mezcla de alquimista y agente secreto, miembro de la Societas Eruditorum, una sociedad vinculada al "Criptonomicón", un libro que intenta recoger todas las técnicas criptográficas existentes. Gunter Bischoof es un oficial alemán que descubre la corrupción nazi y se enfrenta a ella, pero que alucina por probar las últimas máquinas de guerra hitlerianas. Rudy von Hacklheber es un brillante criptógrafo alemán maniatado por la burocracia nazi. Y Avi Leb y Randy Waterhopuse, por acabar aquí la lista, son dos listillos de la nueva economía que intentan vender humo de alta tecnología en la Asia actual y acaban buscando viejos tesoros nazis en las selvas y los mares de Filipinas.

A estas alturas, espero que el lector de este artículo empiece a tener una vaga idea de lo que en su obra nos propone Neil Stephenson. La crítica norteamericana le ha llamado "el Hemingway de los ‘hackers’" y "el Quentin Tarantino de la ciencia ficción posciberpunk". Es mejor definirlo invocando el estilo de autores del nuevo periodismo como Hunter S. Thompson y Tom Wolfe. O pensar en los universos irónico-realistas que a veces construye el novelista Thomas Pynchon.

En más de mil páginas, lógicamente, hay lugar para los baches, pero en la mayoría de sus páginas "Criptonomicón" mantiene un alto nivel de interés y la novela funciona globalmente como una eficaz máquina codificadora capaz de contar, con voz y estilo propio, una monumental aventura en la que la realidad y la ficción se alimentan mutuamente.

 
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