Lenguaje y álgebra
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ABC, 22 de Enero de 2001
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OPINIÓN
CÁNDIDO "Un lenguaje puede ser claro y sin embargo transmitir una falsedad, y oscuro, y transmitir una verdad"

Un don Quijote contemporáneo nos hubiera ilustrado con un Discurso de las Ciencias y las Letras, asunto apasionante que el intelectual judío, nacido en París, George Steiner, abordó con disciplinado pesimismo en el Círculo de Bellas Artes.

A Steiner le parece probable que la lengua hablada y escrita esté llegando a su crisis, un tiempo en el que el logos será sustituido por la fórmula matemática. Por tanto, las lógicas formales del ordenador arrasarán la lectura y cuanto ella significa. Precisamente en estos días el filósofo Gustavo Bueno me envía una conferencia suya de hace un par de años comentando el discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua en 1954 del que fue insigne matemático Rey Pastor, un discurso titulado "Álgebra del lenguaje". Hoy hubiese hablado del lenguaje del álgebra. En el discurso va incluida, dicho sea de paso, una distinción entre verdad y claridad, una distinción que, vertida a la preocupación más común, nos dice que un lenguaje puede ser claro y sin embargo transmitir una falsedad, y oscuro, y transmitir una verdad. Cabe observar también que a veces llamamos claro a un lenguaje simple.

Yendo al asunto, ¿tiene la lengua, la española, por ejemplo, una estructura algebraica? Dice Gustavo Bueno comentando a Rey Pastor: "El lenguaje no es, desde luego, reductible a lógica, pero sin lógica se desplomaría. La lógica es el esqueleto del lenguaje: despojarle de ese esqueleto es como deshuesar un organismo vertebrado". (¿Qué decir de la desvertebración del lenguaje surrealista?). Hay por tanto unos valores "esqueléticos", lógicos, del lenguaje. Steiner recordó en su conferencia el "dictum" de Galileo, "la Naturaleza habla con lengua matemática". Y yo me pregunto si no hay algo más allá de las matemáticas que las matemáticas no pueden expresar. Si pudiéramos reducir el lenguaje de Hamlet o el de Leopold Bloom a formulaciones algebraicas, ¿realmente conservaríamos el conocimiento del gran drama del hombre, en el primer caso, y de las pequeñas cosas de la existencia, que configuran también un drama, en el segundo?

Es probable que la palabra tal como la conocemos esté llegando a su final con toda su historia ("mithos", "epos", "logos") en cuanto reflexión simbólica de la primera consciencia. Lo primero de esa historia es que la palabra dotó de estructura significante a los acontecimientos en el tiempo para ser luego un modelo de valores racionales. Pero ahora, al parecer, vamos hacia un mundo en el que la palabra será el instrumento insuficiente del analfabeto. El hombre va hacia abajo, el ordenador hacia arriba, vino a decir Steiner. "Quién construyó el Guggenheim de Bilbao, ¿el hombre o el ordenador?". De otro lado el humanismo no ha evitado una sola barbarie.

Como todo ha sido un desastre, las ciencias son el nuevo humanismo. Si la revolución copernicana destronó al hombre del centro del cosmos, el ordenador acabará destronando la palabra. ¿Cuál es la diferencia esencial? Que la palabra tiene subjetividad y el álgebra no. Sabemos también que la ciencia llevó la precisión y la objetividad lo suficientemente lejos como para descubrir la indeterminación, la incertidumbre, la "vaguedad " de la Naturaleza. Y así la realidad se ha hecho relativa mientras que el conocimiento es absoluto. ¿Puede el ordenador, por ejemplo, distinguir entre la experiencia interna y el mundo exterior, o bien desprecia aquella como un simple coeficiente de rozamiento con su pretendida verdad?

Steiner cree que quienes no entienden las matemáticas no entenderán tampoco el futuro de la humanidad, pero que se deben tender puentes entre el lenguaje de las matemáticas y el del humanismo. Un profesor de Química de Yale, Gomes Cassidy, trató de explicarlo en un libro de 1962, "Las ciencias y las artes". Trató de explicar que las diferentes formas, ahora desligadas, de la experiencia del hombre, deben reunirse en una vida plena e indivisible creando el concepto de una actividad que fuese al mismo tiempo arte, religión, ciencia, etc. Fue el ideal del Renacimiento, el del "uomo universale" que buscó su paradigma en Grecia. Es lo que dice Steiner que ha terminado.

 
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