Falacias sobre matemáticos
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El País, 13 de mayo de 2002.
Apuntes Universitarios, Única, pág. 1 - Opinión
OPINIÓN
MIGUEL ANGEL GOBERNA Falacias sobre matemáticos

Un amigo, presidente de una sociedad de profesores de matemáticas, me confesaba hace poco: "Me temo que las palabras matemáticas y esquizofrenia van a estar vinculadas en la mente de nuestros jóvenes durante unos cuantos meses". Se trata de una de las falacias que deterioran injustamente la imagen social del matemático y que pretendo refutar en estas líneas.

1. La locura es el motor de arranque de los matemáticos. Aunque ciertos escritores y cineastas hayan difundido una imagen positiva de los matemáticos -recuérdense las novelas Samarcanda de Maaluf o Playa de Brazzaville y Armadillo, de Boyd, así como los filmes El Indomable Will Hunting o Cube-, casi todos los matemáticos de ficción piden a gritos psicoterapia. Así, los matemáticos habitantes de Liliput (Los viajes de Gulliver, Swift), son extravagantes y carecen de sentido práctico; el joven Dai (El plan infinito, Isabel Allende) está enfermo de arrogancia y misantropía; el pitagórico Max Cohen, personaje central del claustrofóbico film de Afanoski , es hipocondríaco y paranoico; los aparentemente inofensivos protagonistas de Perros de paja (Peckinpah) y de Presunto inocente (Pakula) resultan ser psicópatas peligrosos; loco de vanidad muere, en fin, el padre de la protagonista de La prueba, (Auburn, premio Pulitzer 2000). ¿Se trata de la constatación de un fenómeno real o de una reacción ante la proverbial arrogancia de los matemáticos? Se cuenta que Lagrange, preguntado por Napoleón sobre el papel desempeñado por Dios en su mecánica analítica, dijo: "Sire, yo no necesito esa hipótesis". En Argentina oí decir que la forma preferida de suicidarse de los matemáticos consiste en lanzarse al vacío desde lo alto de su ego.

Una mente maravillosa ha echado leña al fuego, dando pie a comentarios como éste: "El caso de John Nash nos enseña una inteligencia extraordinaria que no se contentó con la realidad cotidiana de nuestra (¿aburrida?) conciencia, sino que quiso penetrar ese campo misterioso de la "otra" realidad (...), que nos abre los ojos a conocimientos de acceso difícil en condiciones normales" (Rubia, EL PAÍS 17/04/02). En palabras de Nash, "no me atrevería a afirmar que exista una relación directa, ni siquiera que el camino de la lógica conduzca o devenga del estudio o de la teorización matemática, pero no cabe duda de que grandes matemáticos han padecido características maníacas, delirios y síntomas de esquizofrenia".

Vamos con la refutación. Para empezar, no son tantos, ni tan grandes, los matemáticos que han sido diagnosticados como enfermos mentales. La apreciación de Nash podría haber sido provocada por la alta concentración de casos en Princenton (como el paranoico Gödel, que murió de inanición por temor a morir envenenado, o el esquizofrénico Church). Por lo que se refiere a la obra de Nash, su teoría del equilibrio, publicada en 1950, es una de las claves de la actual teoría económica, pero no es sostenible que se trate de un resultado fundamental en matemáticas. En cuanto a su productividad científica, la base de datos Zentralblatt Math sólo documenta cinco trabajos suyos posteriores a dicha fecha, dos de los cuales son simples autobiografías. Es más, cuantos han coincidido con Nash en coloquios y congresos afirman que no puede considerársele un matemático en activo y que, de hecho, sus argumentos son ininteligibles. Otros casos conocidos son los de Emil Post, quien olvidó totalmente las matemáticas, y Theodore Kaczynski, alias Unabomber, tristemente famoso por haber enviado una carta bomba al año a empresarios o académicos entre 1980 y 1997, pero que jamás escribió un artículo. Se quedó corto el psiquiatra A. Fuster al afirmar que " no es lógico pensar que el matemático necesite la locura como motor de arranque": no hay freno más eficaz.

2. Los matemáticos tiene la cabeza cuadrada. Creo haberlo leído en La familia de León Roch, de Pío Baroja, en referencia a nuestra incapacidad para adaptanos a situaciones ajenas al estudio, la docencia o la investigación. Pues bien, hay ejemplos notorios de matemáticos de formación que destacaron en campos tan alejados de las matemáticas como la economía (Keynes), la filosofía (Husserl), la literatura (los ensayistas George Steiner y Javier Echeverría, así como los novelistas José Cardoso, Rafel Dieste y Apostolos Dioxadis), la música (Garfunkel), los derechos civiles (Ira Glasser, sempiterno director ejecutivo de la American Civil Liberties Union) e incluso los deportes (Ottmar Hitzfeld, entrenador del Bayern). Por el contrario, como bien saben los responsables de personal de las grandes empresas, los matemáticos son los mejor entrenados para resolver nuevos problemas.

3. Los matemáticos no tienen buenas salidas profesionales. Esto declaró, entrevistado por un diario catalán, el ganador de la última Olimpiada Matemática Española, añadiendo su intención de estudiar Telecomunicaciones. Contrariamente a lo que cree mucha gente, las tasas de ocupación de los licenciados en Matemáticas son de las más altas. De hecho, según la Fundación Universidad-Empresa y el Instituto Nacional de Estadística, Matemáticas figura entre las diez titulaciones más demandadas por las empresas que operan en España en 1999, 2000 y 2001, dato altamente significativo teniendo en cuenta que hay menos titulados que en otras disciplinas. Pero es que, además, el estudiante capacitado puede completar su licenciatura en Matemáticas con otro título de alta demanda (Telecomunicaciones en la Politécnica de Cataluña, Económicas en Alicante, Informática en Baleares, etc), a costa de prologar un máximo de dos años la duración de los estudios.

En conclusión, sobran tópicos y falta información.

Miguel Ángel Goberna es profesor del departamento de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Alicante.

 
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