Hacia el dos mil
Imprimir
La Vanguardia, 3 de Enero de 2000
-
-
FEDERICO UDINA MARTORELL La proximidad del paso del segundo milenio al tercero nos sugiere el del tránsito del primero al segundo y especialmente en relación con los números: mil años atrás con las cifras arábigas, ahora con el problema de los dígitos.
La primera transición, la del año mil -a diferencia de la nuestra- fue, no obstante, muy ignorada, toda vez que la sociedad de entonces ni siquiera sabía que se hallaba ante un cambio cronológico. Incluso la minoría, muy minoritaria, intelectual, no llegó a alcanzar hasta final del siglo X las nuevas ciencias, ya que hasta entonces aun la Galia "se hallaba en las tinieblas", según un historiador franco de dicha centuria. Recuérdese, por otra parte, que los grandes y terribles miedos del año mil fueron expresados, siglos más tarde del evento, con caracteres legendarios; no hubo, pues, encierros en las iglesias, ni posiciones apocalípticas ante la "catástrofe" del año mil. En cambio, entre unos muy contados intelectuales, cuyos nombres en la Cataluña de entonces no alcanzaban la docena, se hallaban en la búsqueda de las raras ciencias de la geometría y de la astronomía: en este ambiente, Gerberto, el monje de Orlhac, nacido en Auvernia, vino a Hispania (nombre que en el siglo X, como afirma Ramon d,Abadal, se aplicaba a Cataluña).
Y vino a tierra catalana por una casualidad: Borrell II, conde de Barcelona, fue al sur de Francia en el año 967 para unirse en matrimonio con Ledgarda, hija del conde de Rouerga. Mientras se hallaba en aquel soleado Midi, Borrell, acompañado del obispo de Vic, Atón, fue a orar al monasterio de Orlhac. El abad preguntó al conde si en su tierra había hombres instruidos en aquellas ciencias nuevas. En respuesta rápida, según el historiador franco, el conde Borrell contestó afirmativamente y el abad le rogó que se llevara a su país al joven e inteligente Gerberto para estudiar dichas ciencias.
Los condes de Barcelona, con Atón y el séquito correspondiente, volvieron a Cataluña y dejaron a Gerberto bajo las enseñanzas del citado prelado y de otros sabios catalanes durante tres años, en que aprendió matemáticas y astronomía.
Y fue el joven auverniés quien introdujo en el resto de Europa las cifras arábigas -excepto el cero- al incluirlas en los cálculos de esferas y astrolabios. Dichas ciencias habían sido traducidas del árabe al latín en los escriptorios monásticos de Ripoll y en los de las catedrales de Barcelona, Girona y Vic. El sabio benedictino, al terminar sus estudios, saltó a Roma, Germania y a sedes eclesiásticas de la Galia, hasta que, en el año 999, ahora se han cumplido 1000, fue elevado a la dignidad papal con el nombre de Silvestre II.
En los últimos años del primer milenio se iniciaba el gran paso de la extensión de los números árabes. Ahora, cara al tercer milenio -al lado de las inquietudes mediáticas que leemos- nos hallamos con unos problemas de informática que sin duda resolverán a favor del desarrollo de dicha ciencia, al encontrar un equivalente a los dos dígitos...

 
Volver