Cuento de Reyes (Enero 2007)
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Cuento de Reyes

CUENTO DE REYES

El choque fue muy violento. Al salir de una curva muy cerrada, el trineo -que circulaba a una velocidad excesiva, inadecuada para el mal estado de la carretera helada- no pudo frenar al encontrarse de frente a la caravana, y después de una forzada maniobra para evitar un desastre, se estampó contra un abeto. Los componentes de la caravana, aún asustados, bajaron de sus monturas y se acercaron corriendo al lugar del accidente para encontrarse que la nieve caída del abeto a consecuencia del impacto había sepultado al que había provocado el accidente. A toda prisa y utilizando sus coronas como palas, retiraron a toda prisa la nieve que cubría totalmente el trineo para sacar a Papá Noel medio aturdido por el golpe y completamente cubierto de nieve.

-Pero bueno, ¿es que no ven ustedes por dónde van? –exclamó, enfadado, una vez recuperado del susto.

-¿Cómo que no vemos por dónde vamos? El que no lo veía era  usted. A ver si encima quiere echarnos la culpa del accidente, que cara más dura… –contestó  el Rey Melchor, secando la corona con el manto, antes de ponérsela de nuevo en la cabeza.

-Yo iba por mi derecha, mientras que ustedes iban ocupando casi toda la calzada con esos horribles camellos…

-No son camellos, son dromedarios –puntualizó el Rey Melchor, interrumpiendo al congestionado Papá Noel, ya totalmente recuperado del susto, aunque sacudiéndose furioso la nieve de la barba.

-Qué más da.

-No, que más da, no. A usted le gustaría que a sus renos les llamaran ciervos.

-Pues no… porque se ve claramente que son renos.

-Y nuestros dromedarios se ve claramente que son dromedarios.

-Bueno, bueno, no discutamos. Afortunadamente no ha pasado nada –dijo, pacificador, el Rey Baltasar, y añadió: -Pero que quede claro que son dromedarios, que dromedarios son los que tienen una joroba y camellos los que tienen dos.

-Pues en los paquetes de cigarrillos Camel aparece dibujado un camello… y sólo tiene una joroba –insistió Papá Noel.

-Ya lo sabemos. El que diseñó el paquete, en su ignorancia, se equivocó… y la equivocación ha continuado hasta nuestros días. Pero que se va a esperar del tabaco norteamericano… -dijo otra vez el Rey Baltasar.

-¿Y que tiene usted contra los norteamericanos? –preguntó Papá Noel, poniéndose en jarras.

-No, nada, pero últimamente no tiene usted más que echar una ojeada a los periódicos para…

-¿Se refiere a la guerra de Irak?

-Bueno, ese podría ser un buen ejemplo –dijo esta vez el Rey Gaspar.

-Claro, como ustedes tienen pinta de ser árabes… Seguro que son de Irán, o Afganistán, o del mismo Irak, sin ir más lejos… -dijo Papá Noel, con retintín.

-Nosotros somos los Reyes Magos de Oriente y vamos hacia Belén siguiendo una estrella.

-Sí, sí, siguiendo una estrella; lo mismo es un satélite espía o un misil… Sigo creyendo que ustedes son árabes y van hacia Palestina, o hacia la franja de Gaza… y vete a saber a qué.

-Pero bueno, qué disparate. ¡Y que lo diga usted, un anglosajón pro americano! –exclamó Melchor, indignado.

-¿Yo? ¿Anglosajón yo? Pero si soy de las Tierras Árticas, de las lejanas tierras heladas donde me paso el año preparando los juguetes para…

-¡Para los niños norteamericanos e ingleses! –le interrumpieron los tres reyes al mismo tiempo.

-¡¡Para los niños de todo el mundo!! –gritó Papá Noel.

-¡Y un cuerno! Usted es conocido, sobre todo, en Norteamérica y en Inglaterra, por más que la publicidad nos lo quiera hacer tragar. Donde vas a comparar la tradición de los Reyes Magos con la suya. Además usted existe solamente desde el siglo pasado, o como mucho desde finales del XIX, mientras que nosotros nos remontamos al nacimiento de la era cristiana. ¡Casi nada!

-Pero mi presencia tiene más incidencia en los pueblos ricos y civilizados y no en los subdesarrollados.

-Debería saber, a sus años, que generalmente las palabras rico y civilizado no casan bien, así que dejémonos de ricos y subdesarrollados.

-Bueno, bueno –intervino Baltasar de nuevo, interponiéndose entre Melchor y Papá Noel, que estaban a punto de llegar a las manos- ya está bien de discusiones. Que cada uno lo reparta donde quiera.

-Sí, lo que es yo, no sé qué es lo que voy a repartir. Miren cómo ha quedado el trineo.

Y entonces fueron conscientes del estado en que había quedado el trineo estrellado contra el abeto: completamente inútil para el reparto. Además, con el estruendo del golpe los renos, asustados, habían huido dejando plantado a su dueño. En vista del desastre, los Reyes Magos ayudaron a Papá Noel a recoger los paquetes de regalos diseminados por la nieve y decidieron prestarle aún más ayuda a su contrincante. Así que le propusieron que cargara sus juguetes a uno de los camellos de servicio de la caravana y que, a su vez, subiera en él. El ataque de risa fue monumental no sólo entre los tres Reyes Magos sino entre todos los ayudantes que formaban la caravana, que a Papá Noel le parecía que hasta los camellos (insistía en que eran camellos) se reían de él, al ver los esfuerzos que tenía que hacer para subir en la incomodísima montura. Cuando por fin estuvo montado sobre la joroba del dromedario, Melchor dio la señal para que la caravana partiera siguiendo a la estrella que, afortunadamente, había frenado su carrera para darles tiempo a resolver el incidente.

A las tres horas de viaje, hicieron una parada en una posada que había al lado del camino para cenar algo y para descansar un rato. Sentados a la mesa y mientras les servían la cena hablaron de mil temas, aunque al final la conversación se centró en los dos deportes favoritos de los que cenaban: el fútbol y el béisbol… y siguió la discusión.

-Dónde vas a comparar: el fútbol es el deporte rey… y no el absurdo ese del béisbol, que no lo entiende nadie, yo creo que no siquiera los que lo juegan –dijo el Rey Gaspar, mientras se servía una copa de vino.

-No lo entenderán ustedes los europeos, pero en Estados Unidos en el deporte nacional -dijo Papá Noel.

-Ya estamos con Estados Unidos. El fútbol es el deporte rey, repito, porque, entre otras cosas, es dificilísimo meter un gol. Mire, por ejemplo,  qué le parece esto –dijo otra vez Gaspar, sacando un lapicero y un papel y dibujando una circunferencia con una serie de líneas de trazos y letras.

Circunferencia

-¿Qué es eso?

-“Eso” es lo siguiente: en un partido de fútbol, como le decía, es muy difícil meter un gol. Además los delanteros pierden la ocasión de marcar un gol porque, como ellos dicen, muchas veces “se quedan sin ángulo ante la portería”.

-¿Y qué? –preguntó de nuevo Papá Noel, que no entendía nada.

-Mire atentamente la figura que le he dibujado y conteste a esta pregunta: ¿Desde qué posición: C, D o E se ve la portería con un ángulo mayor?

En ese momento llegó el cordero asado que habían pedido para cenar y el problema, para suerte de Papá Noel, se quedó sin resolver sobre la mesa, aunque era un problema muy sencillo. Después de los postres y antes de ponerse de nuevo en camino, fue Papá Noel el que propuso un problema, este algo más complicado.

-Bueno, ya que me ha puesto usted un problema referente al absurdo juego del fútbol…

-Que no ha sabido resolver… –dijo Melchor esta vez, exhibiendo una sonrisa maliciosa.

Como les decía -dijo, con tono enojado, Papá Noel mirando de reojo a Melchor y aceptando la copa de aguardiente que le servía el Rey Baltasar con el pretexto de que deberían prepararse para combatir el frío de la noche- el Béisbol es un juego complicado y cerebral, incluso, dicen, demasiado cerebral para los europeos. Esta, bien, está bien, no me interrumpan y déjenme continuar –y calmó con un gesto de la mano a los tres que le escuchaban- El Béisbol es un juego geométrico en el que todo está medido y en el que el estudio de los movimientos y las carreras es clave para la victoria. Miren, miren…

Y esta vez fue él el que trazó en un papel un círculo también con una serie de rectas y letras. Y puso el dibujo ante los tres comensales.

Dibujo

Ante el silencio de los Reyes Magos, Papá Noel explicó:

-Como pueden ver, las rectas AB y AC son tangentes al círculo. Y el ángulo BAC es de 50º.

-Pues sí, ya lo vemos. ¿Y qué? –preguntó Melchor.

-Pues que   podemos considerar el círculo como el espacio de campo útil sobre el que juegan al béisbol los jugadores. Y el vértice A el punto desde el que se batean las pelotas. Así que ustedes deben calcular las medidas de los ángulos del cuadrilátero BCDE.

-¿Para qué?

-Bueno, primero para saber resolver el problema con los datos que les he dado… y después para saber que una vez resuelto el problema sabríamos datos que influirían en la consecución de las carreras.

-¡Qué cosas! –exclamó Melchor, suspirando.

-Sí, disimule. Lo que pasa es que no sabe hacer el problema ni comprende la idiosincrasia del béisbol.

-Vamos, vamos, dejémonos de juegos y pongámonos en marcha que tenemos mucho trabajo. Parece que nos olvidamos que es la Noche de Reyes –dijo Baltasar.

De nuevo en marcha, la caravana se aproximó a un pueblo. Al avistar las primeras luces, el Rey Melchor, que iba al frente, dio la señal de alto deteniendo su dromedario. Como siempre hacían al llegar a una población en la que tenían a niños esperando sus regalos, los Reyes Magos hacían una parada para seleccionar los regalos pedidos, los cargaban en tres enormes sacos y se acercaban en silencio a las casas ellos solos montados en sus dromedarios, mientras que los ayudantes, con el resto de la caravana permanecía a la espera. Papá Noel repasó su lista de encargos, comprobando que en aquel pueblo no tenía que hacer ninguna entrega, aunque se unió a los tres reyes para ver sus métodos de trabajo.

Al llegar los cuatro ante las primeras casas decidieron dejar, como hacían siempre, sus dromedarios en un prado cercano, para que  esperaran pastando. Pero como aquella noche, a pesar de que ya no nevaba, empezaba a levantarse ventisca, le pidieron a Papa Noel, ya que él no tenía reparto, que se quedara en el prado con los dromedarios, no fuera que se espantaran. Papá Noel accedió a hacerles el favor como respuesta al   le habían hecho a él… y vio como los Reyes Magos se alejaban cargando sus grandes sacos hacia la primera calle del pueblo. Una vez a solas y para entretenerse, observó atentamente el prado en el que ya pastaban los cuatro dromedarios. Afortunadamente, después de las nevadas de días anteriores, la noche estaba despejada y la luna brillaba iluminando el prado lo suficiente como para que Papá Noel se pudiera hacer idea de sus dimensiones. Y lo recorrió a grandes zancadas, yendo y viniendo y tomando notas en un cuaderno. Y así lo encontraron los Reyes Magos al volver, una vez terminado el reparto de juguetes y regalos.

-¿Qué hace? –preguntó Melchor.

-Unos cálculos.

-Pues déjese de cálculos y montemos en los dromedarios cuanto antes… tengo los pies helados –propuso Melchor.

-Pues de dromedarios se trata –dijo Papá Noel.

Y ante la cara de sorpresa de los reyes Magos, añadió:

-A ver como está el nivel de matemáticas allá por Oriente.

-Pues estupendamente –le cortó Melchor- Porque si tiene usted idea de lo que habla sabrá que, precisamente los árabes pueden ser consideraros y con razón los divulgadores de la gran Matemática en Occidente.

-Por no hablar de la numeración, que si no fuera por nosotros en todo Occidente seguirían contando con números romanos, sin ir más lejos, a nuestros dromedarios los contarían así: I, II, III y IV en lugar de 1, 2, 3 y 4. ¿Qué le parece? –dijo esta vez el Rey Gaspar, chusco.

-Me parece que se dejen de cuentos y contesten a una pregunta que les voy a hacer después de observar a sus cuatro dromedarios y el prado en el que pastan –contestó Papá Noel, y añadió:

-He deducido que en este prado podríamos apacentar los cuatro camellos… perdón, los cuatro dromedarios durante cuatro días, o dos dromedarios durante diez días, antes de que se comieran toda la hierba. Además, me he dado cuenta de que todos los dromedarios pastan a la misma velocidad. Así que, aquí viene la pregunta: ¿Cuánto tiempo podríamos alimentar a un solo dromedario con el pasto de este prado?

No se sabe si los Reyes Magos no supieron o no quisieron resolver el problema planteado por Papá Noel. Pero lo que sí se sabe es que, pretextando que se les estaba retrasando la entrega de juguetes, montaron  a toda prisa en sus dromedarios alejándose del prado rápidamente. Y que de vuelta al lugar del accidente remolcaron el trineo accidentado hasta un taller mecánico donde explicaron a su dueño que aparte de la reparación de chapa y pintura, descubrieron en el trineo que estaba escaso de líquido de frenos, mal de bujías y que la batería estaba a punto de agotarse. Y, además le avisaron de que tendría que pasar la ITV antes de las próximas navidades. Ante este dictamen, los Reyes Magos preguntaron:

-¿Pero entonces, los renos…?

Y, un tanto avergonzado, Papá Noel se sinceró, reconociendo:

-Son de adorno. La tradición, ya saben, los niños me esperan ver llegar sobre mi trineo tirado por los renos… y no puedo prescindir de ellos a pesar de que el trineo funcionaría solo. Me he creado una imagen y ya no puedo prescindir de ella, como, por ejemplo, siempre vestido con este ridículo trajecito rojo que odio, con el que paso un frío terrible, que donde este un buen anorak.

Los Reyes Magos dejaron a Papá Noel a la espera de que le repararan el trineo, mientras telefoneaba a Laponia para que le enviaran un segundo juego de renos.

Mientras que los niños que recibían los regalos de los Reyes Magos los recibieron puntualmente en la Noche de Reyes, los niños que esperaban los de Papá Noel los recibieron a finales de enero, cuando ya había empezado los colegios. Fue un retraso muy comentado. Un auténtico desastre.


FIN


Autor: Joaquín Collantes
Asesor matemático: Antonio Pérez Sanz

 
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