Rabia y miel
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  • Autora: Sofía Rhei
  • Texto:

    La prima canta, albina, abierta al aire
    desde el brillante borde, desde el cobre
    perforado en matriz para la sangre
    de la guitarra, en su redonda llama
    de combustión sonora. Pinza, araña
    el meñique, y estalla cada golpe.

    Es la alegría en la vértebra un golpe
    de agudo evaporado, hecho del aire,
    un arpegio de puro nervio y llama
    que se respira, es la alegría cobre
    que destella, caricias en la sangre:
    cada palma que ríe es una araña,

    y entre palos, araña y araña
    se encuentran en el más preciso golpe.
    Pero no nace el verdadero cobre
    del ritmo en otro sitio que en el aire
    donde ojos y bocas prenden llama,
    prenden compás al tiempo de la sangre.

    Siempre algo más necesita la sangre,
    algo como la rabia que arde, araña
    y se derrama en el cálido aire
    de la sangre como un acorde; el golpe
    de un vértigo de miel, de oro, de cobre
    cálido y dulce, de líquida llama.

    No existe luz que no ciegue, no hay llama
    que no haga crepitar hasta la sangre,
    no hay música si no hay también el golpe.
    La rabia que es la miel, la miel que araña
    es sal, de rabia y gritos en el aire:
    se está secando de la piel el cobre.

    Tiembla el pulgar, tan flaco como el cobre
    de la cuerda más grave. Ya no hay llama
    en el mirar, porque la negra araña
    de párpados que inflama espesa sangre
    no deja ver los ojos. Se oye el golpe
    con el que sale del pulmón el aire.

    Se va el callado tiempo con que el aire
    araña hasta la sangre en una llama
    de cobre.
    Con un golpe,
    el bordón llora.

 
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