Miguel de Guzmán
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Martes 08 de Noviembre de 2011

De acuerdo con la visión de aquellos que más han pensado en nuestro siglo sobre la naturaleza profunda del quehacer matemático, hay que considerar la matemática como un proceso tentativo de acercamiento a la realidad que no se puede soñar en realizar de un golpe ni completamente. No tratamos de verdades insondables ni infalibles. La matemática es una actividad del hombre, vieja como la música y la poesía, y que, como ellas, persigue una cierta armonía y belleza, ésas que puede proporcionar la estructura mental ágil, limpia y elegante de las construcciones matemáticas. La causa profunda de esta incomplección de la matemática es la presencia en ella de procesos infinitos. Una presencia a la que la matemática no puede ni debe renunciar. Lo nuestro es lo infinito, sí, pero acompañado por la conciencia de la falibilidad en nuestros procesos de acercamiento a él y del empeño de corrección de nuestros errores cuando éstos surjan.

 
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