Bertrand Russell
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Lunes 22 de Noviembre de 2010

A los once años empecé a estudiar geometría, teniendo por preceptor a mi hermano. Fue uno de los grandes acontecimientos de mi vida, tan deslumbrante como el primer amor. Jamás había imaginado que pudiera haber algo tan delicioso en el mundo. (...) Como toda felicidad, sin embargo, no era completa. Se me había dicho que Euclides demostraba las cosas, y me sentí profundamente decepcionado al ver que empezaba con axiomas. Al principio, me negué a admitirlos, a menos que mi hermano me ofreciese algún razonamiento para que lo hiciera, pero éste me dijo: "Si no los admites, no podemos seguir adelante". Como yo deseaba seguir adelante, los admití pro tem a regañadientes. La duda que me asaltó en aquel momento respecto de las premisas de las matemáticas no me abandonó y determinó el curso de mi labor subsiguiente.

 
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