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Oda a los números
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  • Autor:   Pablo Neruda

  • Texto: Qué sed
    de saber cuánto!
    Qué hambre
    de saber
    cuántas
    estrellas tiene el cielo!

    Nos pasamos
    la infancia
    contando piedras, plantas,
    dedos, arenas, dientes,
    la juventud contando
    pétalos, cabelleras.
    Contamos
    los colores, los años,
    las vidas y los besos,
    en el campo
    los bueyes, en el mar
    las olas. Los navíos
    se hicieron cifras que se fecundaban.
    Los números parían.
    Las ciudades
    eran miles, millones,
    el trigo centenares
    de unidades que adentro
    tenían otros números pequeños,
    más pequeños que un grano.
    El tiempo se hizo número.
    La luz fue numerada
    y por más que corrió con el sonido
    fue su velocidad un 37.
    Nos rodearon los números.
    Cerrábamos la puerta,
    de noche, fatigados,
    llegaba un 800,
    por debajo,
    hasta entrar con nosotros en la cama,
    y en el sueño
    los 4000 y los 77
    picándonos la frente
    con sus martillos o sus alicates.
    Los 5
    agregándose
    hasta entrar en el mar o en el delirio,
    hasta que el sol saluda con su cero
    y nos vamos corriendo
    a la oficina,
    al taller,
    a la fábrica,
    a comenzar de nuevo el infinito
    número 1 de cada día.
    Tuvimos, hombre, tiempo
    para que nuestra sed
    fuera saciándose,
    el ancestral deseo
    de enumerar las cosas
    y sumarlas,
    de reducirlas hasta
    hacerlas polvo,
    arenales de números.
    Fuimos
    empapelando el mundo
    con números y nombres,
    pero
    las cosas existían,
    se fugaban
    del número,
    enloquecían en sus cantidades,
    se evaporaban
    dejando
    su olor o su recuerdo
    y quedaban los números vacíos.
    Por eso,
    para ti
    quiero las cosas.
    Los números
    que se vayan a la cárcel,
    que se muevan
    en columnas cerradas
    procreando
    hasta darnos la suma
    de la totalidad de infinito
    . Para ti sólo quiero
    que aquellos
    números del camino
    te defiendan
    y que tú los defiendas.
    La cifra semanal de tu salario
    se desarrolle hasta cubrir tu pecho.
    Y del número 2 en que se enlazan
    tu cuerpo y el de la mujer amada
    salgan los ojos pares de tus hijos
    a contar otra vez
    las antiguas estrellas
    Y las innumerables
    espigas
    que llenarán la tierra transformada.

  • Fuente: Odas elementales (Pablo Neruda), CATEDRA, Letras Hispánicas, 1985.

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