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OBITUARIO. IANNIS XENAKIS. Unió música y matemáticas
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El Mundo, 5 de Febrero de 2001
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OPINION
CARLOS GOMEZ AMAT Para quien no transite los caminos de la alta matemática, que no está al alcance de cualquiera, será muy difícil llegar a comprender las teorías de Xenakis y, en general, su pensamiento.
No es tan difícil, sin embargo, sentir su música, que puede llegar a unos oídos acostumbrados a las vanguardias del siglo XX. Xenakis, fallecido ayer en París, a los 78 años, tras una larga enfermedad, ha sido uno de los creadores más originales en el arte sonoro. Partió de bases distintas a los que sólo eran compositores, lo que le vale un puesto indiscutible en la historia musical de nuestro tiempo.
Estuvo en contra de las tradiciones rebasadas, pero también de las reglas recientes, seriales o dodecafónicas, cuyos puntos débiles no dejó de señalar. Decía: «La polifonía lineal se destruye ella misma por su actual complejidad. Lo que se escucha no es en realidad más que un amontonamiento de notas con registros variados. La contradicción inherente a la polifonía desaparecerá cuando la independencia de los sonidos sea total. Resulta de esto la introducción de la noción de probabilidades, que en este caso implica el cálculo de combinaciones».
Con buen humor, añadía: «Estas ideas atrajeron la furia de algunas personas neoseriales que me trataron de imbécil, lo cual era posible. Pero hoy también ellos trabajan en ese sentido. Yo estaba, pues, en 1954, en la vanguardia de su actual imbecilidad».
Nació Xenakis en la localidad rumana de Braila, en 1922, en el seno de una familia de armadores griegos. Estudió la carrera de ingeniero en Atenas. Pensaba seguir vocaciones distintas, siempre dentro del campo de la ciencia. La invasión de Grecia por las tropas italianas en 1941, le hizo pasar a la clandestinidad y a la eficaz Resistencia de impulso comunista.
En 1945 fue herido de gravedad en la cara por un trozo de metralla, lo que le tuvo algún tiempo al borde de la muerte. Condenado a la pena capital por sus ideas, se refugió en Francia en 1947, donde fue discípulo destacado de Le Corbusier, la gran figura de la nueva arquitectura, con el que colaboró en obras importantes. En cuanto a la música, se relacionó con Milhaud y Honegger y también con Scherchen, maestro de directores. Pero su verdadero guía, el que marcó su senda con sus consejos, fue Olivier Messiaen: «Es usted griego, arquitecto y matemático. Haga música según sus conocimientos».
El estreno de Metástasis en 1955 marca el principio de una carrera. Sumergido en las matemáticas y la informática, siguió por otra parte fiel al pensamiento de los antiguos filósofos griegos, y también a los símbolos de la mitología. Fue uno de los primeros compositores que utilizó el ordenador y la electroacústica para la creación de parte de sus obras, antes de recurrir a instrumentos de la orquesta tradicional.
En palabras de Tomás Marco, estudioso de las corrientes del siglo XX, Xenakis pretendió la elaboración de un nuevo vocabulario musical, basándose en las teorías matemáticas de las probabilidades y los acontecimientos en serie, así como la teoría de los juegos, la de los conjuntos y la lógica matemática. Dice Marco que todo ello ha recibido el no muy bonito título de música estocástica, «denominación abusiva que sería más exacta sólo para la música que se basa en las leyes de probabilidad».
Obras de distintos géneros, como Pithoprakta, Achorripsis, Nomos Alpha, Nomos Gamma, Nuits, Persépolis, o Eríbano, marcan el peculiar estilo de este autor de música estocástica o simbólica. Su última página responde a la letra final del alfabeto griego, Omega. Nacionalizado francés, Xenakis casó con la escritora y periodista Françoise Gargouil, con la que tuvo una hija, Makhi, que es escritora y pintora. Ha muerto un músico eminente y un bravo defensor de la libertad.

Iannis Xenakis, matemático, arquitecto y compositor francés de origen griego, nació en la localidad rumana de Braila el 29 de mayo de 1922 y falleció en París el 4 de febrero del 2001.

 

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