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«Que digan lo que quieran, pero yo no soy chapón»
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La Voz de Galicia, 6 de Abril de 2000
Carlos Gómez Rodríguez, genio matemático
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- Ha tenido menos de veinticuatro horas para aprender a lidiar con los medios de comunicación y ya ha conseguido metérselos en el bolsillo. Carlos Gómez pasó de ser un chico normal a convertirse en el único gallego ganador de una medalla de oro en la edición de este año de la olimpiada nacional de Matemáticas. Sin duda, este joven es todo un cerebro.

CARLOS GÓMEZ (Murcia, 1982). Estudia COU en el colegio Peleteiro de Santiago. Ha ganado la medalla de oro de la olimpiada nacional de Matemáticas.

—Le parece que empecemos el bombardeo.
—¡Vale!
—Dos por dos
—Cuatro. (Contesta sin pensar y sin inmutarse)
—Buena capacidad de reacción. Supongo que para ser bueno en matemáticas hay que tener agilidad mental.
—Sí, aunque en la olimpiada nacional de este año tenías sólo cuatro horas para hacer tres ejercicios.
—Eso no es mucho tiempo.
—Noooooo. Hacía falta, desde luego que hacía falta. Son ejercicios complicados los que te ponen en la prueba. En total eran seis que debías hacer en ocho horas, pero los dividían en dos tiempos para que no te cansaras, supongo.
—¿Qué significa para usted eso de complicado? Para mí es difícil hasta acertar la raíz del coseno.
—Pues complicado para mí es un ejercicio que cuando lo ves no tienes ni idea de cómo resolverlo. Después de estar un buen rato mirándolo ya empiezas a verlo un poco más claro.
—Y no se puso un poco nervioso durante el concurso con tanto número y tanto símbolo.
—¿Nervioso? Al hacer el examen no estaba muy nervioso. No tenía nada que perder. Fui allí porque antes había ganado ya el certamen local y a ese acudí porque me animaron mis profesores. Cuando me dieron el premio, me rodearon las cámaras y todo eso sí que me puso nervioso. Es que eso no me gusta nada.
—Algún precio hay que pagar en estos casos.
—Bueno, así también me sirve de preparación para cuando sea famoso.
—¿Busca la fama?
—No, no, no. Lo decía con ironía.
—Parece que está un poco harto de nosotros, los periodistas.
—Pues sí. A mí estas cosas ya dije que no me gustan.
—Entonces, díganos que no cuando le solicitamos una entrevista.
—Es difícil negarse.
—Parece mentira que no se asuste ante una ecuación llena de números y que lo haga ante un «plumilla».
—Las ecuaciones no me pueden hacer nada. El problema es que yo no pueda hacerles nada a ellas. Con los periodistas no pasa eso, pero ya voy aprendiendo.
—Ya que no se niega a este bombardeo de preguntas dígame, ¿este premio puede interpretarse como un primer paso hacia una brillante carrera como matemático?
—No es un primer paso. Tengo pensado estudiar la carrera de Informática.
—Eso es algo que tiene claro desde hace tiempo.
—La verdad es que cuando empecé COU este curso no sabía muy bien qué estudiar luego. De hecho me matriculé en asignaturas de la opción A y de la B. Ahora lo tengo claro, pero siempre se puede cambiar. Nunca es tarde.
—Su pasión son las matemáticas o hay otras materias que también le atraen.
—Tengo varias que me atraen más que el resto. Matemáticas, Física y Filosofía son mis favoritas.
—Todas guardan cierta relación, aunque la última sea de Letras.
—Sí, la Filosofía tiene mucho que ver con esas otras dos materias.
—A veces parece que hay que sacarle las palabras con sacacorchos. Permítame ahora que le provoque un poco. ¿Es usted «chapón»?
—No, no lo soy. Que cada uno diga lo que quiera, pero no soy un chapón.
—Hay vida pues más allá de las Matemáticas.
—Para mí hay otras cosas mucho más importantes que las Matemáticas.
—Cuente, cuente...
—No lo voy a decir porque después lo graba o lo escribe, que para el caso es lo mismo. (Carlos se enrojece).
—Dejemos entonces que cada cual se imagine lo que quiera.

 

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