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Malos tiempos para la física
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El País, 22 de julio de 2002
Cataluña, Única, pág. 6 - Noticias
MAR PADILLA Barcelona Malos tiempos para la física
Las carreras universitarias de ciencias clásicas han perdido hasta el 70% de sus alumnos en cuatro años
"Éstos son malos tiempos para el conocimientoper se", admite Antoni Méndez, decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Y si no que se lo pregunten a los profesores de las carreras de Matemáticas, Física o Química, conocidas como ciencias puras, que contemplan impotentes cómo el número de alumnos se reduce implacablemente curso tras curso. Y es que, desde hace cuatro años, estas carreras universitarias de ciencias clásicas, que antes podían llegar a tener matriculaciones de hasta 300 alumnos, están registrando una caída estrepitosa en el número de matrículas de nuevo acceso, esto es, en el número de alumnos de primer curso. La cantidad de estudiantes universitarios, si bien ha bajado espectacularmente respecto a los tiempos de los baby boomers -los nacidos en la década de 1960-, se mantiene más que bien entre los cursos 1998-1999 y 2001-2002, lo que no ocurre entre los matriculados en Matemáticas, Física y Química.

Los datos, siempre fríos, así lo atestiguan: en la Universidad de Barcelona (UB) se matricularon 238 estudiantes para cursar matemáticas en 1998; en 2001 se redujeron a menos de la mitad, 109; los que eligieron Física en la misma Universidad hace cuatro años fueron 308, pero para el curso 2001-2002 sólo se decidieron por esta opción 192. En la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) se viven situaciones parecidas o incluso peores: los 171 estudiantes que se matricularon en Física en 1998 apenas llegaron a ser 46 en 2001, lo que representa una reducción de casi el 75%. Los estudios universitarios de Química tampoco viven mejores tiempos: en la Universidad Rovira i Virgili (URV) "ficharon" a 149 estudiantes para el primer curso de esta carrera en 1998, pero en 2001 sólo consiguieron 91, y en la Universidad de Girona (UdG) pasaron de los 105 nuevos estudiantes de Química a los 84 entre 1998 y 2001.

¿Qué está pasando? "Pueden haber varias causas: son carreras difíciles, cada vez hay más universidades para repartir menos estudiantes de estas carreras, y quizá la percepción que tienen sobre la figura del químico, el físico o el matemático los alumnos que acaban ESO y bachillerato no se corresponde con la realidad", reflexiona Méndez, decano de la Facultad de Ciencias de la UAB, quien subraya que, contrariamente a lo que se piensa, los universitarios que acaban estas carreras no sufren paro y son cada vez más apreciados en nuevos sectores. "Los bancos, por ejemplo, cada vez piden más matemáticos porque aprecian su gimnasia mental, su capacidad de modelar, es decir, de transformar un problema real en un problema matemático". "Ahora hay un auge en las carreras que empiezan por bio -biología, biotecnología, bioquímica-, y la percepción social de que las ingenierías o las politécnicas son más eficientes y tienen más salida, en detrimento de las ciencias clásicas", prosigue. Y es que, tras muchos años de trabajo a pie de aula -empezó como becario en la UAB en 1971-, Méndez vive los vaivenes de lo que cataloga como "modas universitarias" con cierto escepticismo: "Desde que se emite la serie Veterinaris de TV-3, el número de matriculados en esta carrera ha aumentado espectacularmente, pero claro, no todos van a acabar trabajando en lo que sale en la tele", afirma con sorna.

Jose María Corcuera, profesor de Estadística de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Barcelona, está más que de acuerdo con Méndez: "La situación es de descalabro y hay una preocupación evidente por la disminución de alumnos", reconoce este hombre, quien asegura que se vive idéntica situación en Europa y Estados Unidos. "Una opción es cambiar los planes de estudio y algunos contenidos", asevera Corcuera, "pero hay cierto nivel de rechazo entre algunos miembros del profesorado que, acogiéndose a la libertad de cátedra, no quieren oír hablar de posible supresiones de asignaturas o disminución de horas de clase". Este inmovilismo, sin embargo, puede llevar a un estancamiento que ya se palpa: "Corremos el peligro de sufrir una congelación de plantilla y que no llegue savia nueva, imprescindible para la vida universitaria". Corcuera también aboga por incrementar el contacto y la información entre secundaria y bachillerato y las propias universidades, a las que reconoce cierta responsabilidad por la situación que ahora mismo se vive.

 

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