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Oresme, Nicolás de (1323-1382) - Página 2
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Escrito por Ricardo Moreno (Universidad Complutense de Madrid)   
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Oresme, Nicolás de (1323-1382)
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El Tractatus de latitudinibus formarum

Más influencia a la larga que las obras anteriores tuvo el Tractatus de latitudinibus formarum, donde las funciones aparecen por primera vez dibujadas. Todo lo que varía, decía Oresme, lo podemos imaginar como una cantidad continua representada mediante un segmento rectilíneo. Y trasladó al plano lo que hasta entonces habían hecho los geógrafos sobre la esfera. Mantuvo incluso los nombres, y llamó longitud y latitud a los antepasados de lo que hoy llamamos abscisa y ordenada. De este modo demostró la llamada ley de Merton, que ya había sido enunciada por los filósofos escolásticos de Oxford para explicar el movimiento uniformemente acelerado. Si BC es la gráfica del movimiento, el trapecio ABCD representa el espacio recorrido en el tiempo igual a AD, durante el cual la velocidad pasa de ser vi a ser vf, como se puede ver en la figura que aparece a continuación:
imagen
Como dicho trapecio es equivalente a un rectángulo de la misma base y altura igual a las medias de las alturas (y por lo tanto a la velocidad media), sucede lo siguiente:

ecuación
Las series infinitas

También contribuyó Oresme al estudio de las series, y a él se le debe la hermosa demostración de la divergencia de la serie armónica, formada por los inversos de los números enteros:
suma
suma
Cada uno de los números entre paréntesis es mayor que un medio. Luego la suma puede ser tan grande como uno quiera. Además, mediante diagramas geométricos, demostró las siguientes sumas:

sumas

El   Livre du ciel et du monde

En 1377, por encargo del rey Carlos V de Francia, escribió Livre du ciel et du monde, un comentario en francés de la obra cosmológica de Aristóteles. En este libro se revela Oresme como el más claro precedente medieval de Copérnico, rebatiendo con mucha sensatez las objeciones que la experiencia enfrenta al heliocentrismo. Contra el argumento del movimiento de la esfera de las estrellas fijas alrededor del eje polar, sostiene que solo el movimiento relativo es accesible a nuestra observación. Contra el viento que necesariamente habría de notarse en sentido contrario al de rotación, asegura que el aire también participa de la rotación, lo cual explica además que una piedra lanzada verticalmente caiga en el mismo lugar del que ha salido. Contra la idea aristotélica de que todo cuerpo tiene un solo movimiento natural, mantiene que lo natural en la tierra es su rotación y la de los objetos que hay sobre ella. Contra los argumentos derivados de la Biblia, dice que ésta no puede ser siempre interpretada literalmente. Por razones difíciles de entender, pero no insólitas en su época, Oresme termina decidiendo que las pruebas favorables al movimiento de la tierra son tan solo persuasivos, no demostrativos, y sometiendo su razón a la revelación.
 

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