DivulgaMAT
Inicio - DivulgaMAT Facebook - DivulgaMAT Twitter - DivulgaMAT

Galois, Evariste (1811-1832) - Página 2
PDF Imprimir Correo electrónico
Escrito por Fernando Corbalán (I.E.S. Francisco Grande Covián, Zaragoza)   
Índice del artículo
Galois, Evariste (1811-1832)
Página 2
Página 3
Página 4
Todas las páginas
Intentó Galois entrar en la Escuela Politécnica, el centro de estudios científicos más prestigioso de Francia, sin el curso de preparación habitual, en el que se aprendía sobre todo las manías de los profesores y las triquiñuelas técnicas, pero suspendió el examen. Antes de su segundo y definitivo examen (solo había dos posibles intentos) sucedieron unos hechos que le causaron una gran impresión: el suicidio de su padre, tras una depresión provocada por una campaña de calumnias llevada a cabo por los elementos mas reaccionarios de su localidad. Pocos días después tiene lugar el examen, que la leyenda dice que acabó con el lanzamiento del borrador por parte de Galois a la cabeza de uno de los examinadores, después de hacer un estupendo examen pero sin seguir los caminos habituales y en el que los miembros del tribunal le pusieran sencillas objeciones que él interpretó como un intento de humillarle. Se cerró así las puertas de esa escuela y se tuvo que conformar con entrar en la Escuela Normal (incluso utilizando recomendaciones), donde se formaba a los futuros profesores de secundaria, un centro de mucho menor nivel que la Politécnica. Allí entró en contacto con grupos de lo que hoy llamaríamos ‘extrema izquierda’, que luchaban por el derrocamiento de la monarquía de los Borbones y la vuelta de la república.
No pudo participar en la Revolución de 1830 porque el Director de la Normal encerró a los alumnos en el centro, y después del final frustrado de la misma con la llegada al trono de Luis Felipe continuó su lucha por la Revolución, lo que le llevó a ser expulsado de la Escuela y más tarde detenido y llevado a prisión, antes de cumplir 20 años. Fue absuelto y salió de la misma, pero pocos días después fue detenido de nuevo y ya estuvo en la cárcel casi 10 meses. Durante esos años tan agitados no dejó de trabajar en diferentes aspectos matemáticos y de redactar Memorias , que enviaba a la Academia de Ciencias de París, formada por una importante constelación de grandes matemáticos, pero pagados de sí mismos, que no le entienden y que tampoco hacen ningún esfuerzo por tratar de hacerlo. Alguna de esas Memorias enviadas a la Academia la ‘pierde’ Cauchy , como ya había hecho con otro trabajo enviado años antes por Abel, y todas son rechazadas como no comprensibles (el Informe de Poisson sobre una de ellas termina con “Comoquiera que sea, hemos hecho todos los esfuerzos por comprender la demostración del Sr. Galois. Sus razonamientos no son ni bastante claros ni bastante desarrollados para que hayamos podido juzgar su exactitud y no estaríamos incluso en disposición de dar una idea de ellos en este Informe. El autor anuncia que la proposición que es el objeto especial de su Memoria es una parte de una teoría general susceptible de muchas otras aplicaciones. A menudo sucede que las diferentes partes de una teoría, iluminándose mutuamente, son más fáciles de entender en su conjunto que aisladamente. Se puede pues esperar que el autor haya publicado su trabajo completo para formarse una opinión definitiva; pero en el estado en que está la parte que ha sometido a la Academia, no podemos proponeros de darle vuestra aprobación”).

Al poco de salir de la cárcel por segunda vez, en medio de problemas económicos por su supervivencia tiene un duelo a pistola por razones no dilucidadas (sea una provocación policíaca, sea por un amor despechado o bien un suicidio disfrazado de asesinato provocado por la policía política para intentar sublevar a las masas) que finaliza con una herida en el abdomen que le provoca la muerte el 31 de mayo de 1832, cuando aún no había cumplido 21 años.
Image
Página de la carta-testamento escrita la noche del 29 de Mayo de 1832, dirigida a su amigo A. Chevalier.

Dedicó su vida a la Revolución (que no pudo ver, pero a la que contribuyó con entusiasmo juvenil) y a cambiar las Matemáticas, en la que efectivamente (pasados algunos años como veremos más adelante) provocó una revolución que se desencadenó tras su muerte prematura.

Galois y la enseñanza

Galois fue muy crítico con un sistema educativo en que lo más importante era repetir los resultados ajenos y que dificultaba la iniciativa personal y la imaginación. Su punto de vista es completamente actual y muchos de sus párrafos parecen haber sido escritos hoy mismo.

En los primeros días del año 1831 publicó en la ‘Gazette des Ecoles’ el artículo “Sobre la enseñanza de las ciencias” en el que pone en cuestión la enseñanza de las materias científicas en su país. Hay que tener en cuenta que en ese momento Francia estaba a la cabeza de Europa en todas las disciplinas científicas y su organización escolar era motivo de envidia por el resto de los países que iban a copiarlo en los próximos años (o estaban haciéndolo ya). Por  eso hay que destacar la clarividencia de Galois, que quería ir más allá. Entre otras cosas dice:
“De entrada, en las ciencias las opiniones no cuentan para nada; los puestos no tendrían que ser la recompensa de una u otra manera de pensar en política o en religión. (...) No podía pues ver sin dolor e indignación que, en el gobierno de la Restauración, se transformaban los puestos en el botín de los que más ideas monárquicas y religiosas ofrecían. (...) En [los colegios] la mayor parte de los alumnos de matemáticas se dirigen a la Escuela Politécnica; ¿qué se hace para ponerlos en disposición de lograr ese objetivo? ¿Se busca hacerles concebir el verdadero espíritu de la ciencia exponiéndoles los métodos más simples? ¿Se procede de forma que el razonamiento se vuelva para ellos una segunda memoria? ¿No hay, por el contrario, cierto parecido con la forma en que se enseña el francés y el latín?

¿Hasta cuándo los pobres jóvenes estarán obligados a escuchar o repetir todo el día? ¿Cuándo se les dejará tiempo para meditar sobre ese montón de conocimientos, para coordinar esa multitud de proposiciones sin  continuación, de cálculos sin relación? ¿No tendría alguna ventaja el exigir a los alumnos los mismos métodos, los mismos cálculos, las mismas formas de razonamiento, si eran a la vez los más simples y los más fecundos? Pero no, se enseña minuciosamente teorías truncadas y cargadas de reflexiones inútiles, mientras que se omiten las proposiciones más simples y más brillantes del álgebra; en lugar de eso, se demuestra con gran coste de cálculos y con razonamientos siempre largos, y a veces falsos, corolarios cuya demostración se hace por sí sola.
Por otra parte, ¿por qué los examinadores no hacen las preguntas a los candidatos mas que de una manera enredadora? Parecería que temieran ser entendidos sobre lo que preguntan (...) El alumno está menos ocupado en instruirse que en aprobar su examen”.
 

© Real Sociedad Matemática Española. Aviso legal. Desarrollo web