Mayo 2004: Espirales - 2. Espirales en la Naturaleza |
Escrito por Antonio Pérez Sanz |
Sábado 01 de Mayo de 2004 |
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2. Espirales en la Naturaleza Aunque la espiral ha sido testigo mudo de los avatares de los hombres a través de diferentes épocas históricas, su patente no le corresponde a la humanidad. Esta curva como casi todas, es fruto de la Naturaleza. La podíamos calificar como la curva de la vida o de forma más precisa, la curva del crecimiento. Tanto el reino vegetal como el reino animal nos brindan impresionantes ejemplos de los diferentes tipos de espirales o de sus parientes tridimensionales, las hélices. En la actualidad se conservan gran cantidad de unos fósiles muy especiales, los ammonites, que vivieron en el jurásico y el cretácico hace millones de años. Ellos, con sus propios cuerpos, nos han dejado, dibujadas en piedra, las mismas espirales que seguramente impulsaron a Arquímedes a estudiar estas curvas. En los mares de Filipinas existe un molusco, descendiente directo de estos moluscos prehistóricos: el Nautilus. Su concha, parecida a la de un caracol, dibuja una espiral perfecta. Y no es un fenómeno tan extraño. Como los caracoles crecen enrollándose sobre sí mismos y manteniendo siempre la misma forma. Las sucesivas vueltas van aumentando en anchura, en proporción constante e invariable. Y esto es precisamente lo que define a las espirales, o al menos a uno de sus tipos, las espirales logarítmicas. Pero mucho antes aún de que los ammonites poblaran las aguas de este perdido planeta, el Universo nos brindaba unos grandiosos ejemplos de este tipo de espirales: las galaxias. Las galaxias son concentraciones de miles de millones de estrellas unidas por fuerzas gravitatorias. Estas fuerzas gravitatorias son las que las obligan a girar sobre su centro. Pero la velocidad no es la misma en todas las regiones, es mayor en el centro que en los bordes. Es precisamente esta diferencia de velocidad la que a lo largo de varios miles de millones de años produce las más magníficas espirales que podemos encontrar en la Naturaleza. De hecho, nuestra galaxia, la Vía Láctea es una galaxia espiral. A escala galáctica estamos sumergidos en una espiral. No tenemos que viajar a través del espacio para encontrarnos con espirales. En una borrasca está sucediendo algo similar a lo que sucede en una galaxia: el aire en las regiones más próximas al centro de las bajas presiones gira más rápido que en las regiones alejadas... sin duda, más temprano que tarde, se acabará formando una espiral. Y los pequeños tornados que se producen en nuestro lavabo cada vez que quitamos el tapón también dibujan mirados desde arriba espirales de agua. Siempre que en la Naturaleza nos encontremos con un fenómeno que comparta una rotación y una dilatación, o una contracción, allí, sin hacerse esperar, aparecerá una espiral. |
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